miércoles, 9 de diciembre de 2015

Doblete melómano (Eschenbach y Grimaud)


El pasado día 5 de diciembre, asistí a dos conciertos dignos de ser resaltados. Por un lado, acudí con cierta emoción a la propuesta de la Orquesta Nacional de España y Christoph Eschenbach que, primeramente abordarían junto al barítono Matthias Goerne, algunos pasajes operísticos, de Richard Strauss, para continuar, su segunda parte ocupándola íntegramente La Consagración de la Primavera, de Stravinski.

Acostumbrados al Wagner colosal, apoteósico de sus oberturas, pudimos sentirnos en esta ocasión seducidos por las dosis de romanticismo que propusieron la vibrante y potente voz de Goerne, un genial liederista, experto en sacar lo mejor de las páginas de Schubert y Schumann, en donde Eschenbach ejerce, curiosamente, de pianista. Matthias Goerne acaba de dar vida a Wotan, en el Oro del Rin (Das Rheingold), de la Filarmónica de Hong Kong, bajo las órdenes de su titular desde 2012, Jaap van Zweden. Pero lo cierto es que el director invitado por la Nacional y Goerne, se conocían ya desde aquella soberbia lectura de la Sinfonía Lírica, de Zemlinsky, que realizaron junto a Christine Schäfer y la Orquesta de París.

A Goerne le viene su pasión por Wagner de mucho tiempo atrás, cuando grabara algún trabajo de arias germánicas, en las que ya incluyera sus roles en Tannhäuser, de la mano de Manfred Honeck y la Orquesta de la Radio Sueca, para el sello DECCA.



Eschenbach y los profesores de la Orquesta Nacional cuidaron las difíciles dinámicas wagnerianas, se echó de menos algo de continuidad dramatical, Goerne estuvo correcto en todo momento, con una voz bien situada, emitiendo un sonido redondo y con cuerpo, en los preciosos momentos de Tristán e Isolda.

Christoph Eschenbach, famoso por sus dotes al piano y a la batuta, conoce bien la manera compositiva de Ígor Stravinski, demostrándolo en su etapa australiana y al frente de la Orquesta de Filadelfia. Se cuidaron mucho los balances de la Consagración de la Primavera, las dinámicas, el aspecto más primitivo y brutal de la pieza… Sonó redonda. Finalizó la segunda parte del concierto, deseándose más minutos para Stravinski. La Orquesta se sentía realizada y su público se lo agradeció. Volvieron a prevalecer la calidez de las maderas, una cuerda cada vez más interrelacionada, un metal poderoso y una sección de percusión tremendamente contundente. Felicidades a todos los integrantes.

Si este evento finalizó poco antes de las 21.30h, el concierto de Juventudes Musicales de Madrid, atraería a un buen número de melómanos una hora después, seducidos por la pianista Hélène Grimaud y la versión camerística de la Orquesta Sinfónica de la Radio Bávara, con sede en Múnich. La estructura de este programa se intuía clásica pero no iba a ser del todo convencional. 

Dio inicio con el manido hasta decir basta, Canon, de Pachelbel, introducido por la cuerda en un sentido tremendamente unitario y que reflejaba la conexión de sus participantes germanos.

Grimaud había demostrado su destreza en un álbum ocupado en su totalidad por ese gran compositor barroco llamado Johann Sebastian Bach. Si en este trabajo de Deutsche Grammophon, el Concierto número uno para cuerdas, teclado y continuo BWV 1052, era la Kammerphilharmonie de Bremen la orquesta acompañante, aquí en la Sala Sinfónica del Auditorio Nacional madrileño, se podía palpar a Bach, de la mano de los muniqueses. Noto varios elementos a destacar en Grimaud, que posee una técnica madura, acentúa con mayor energía y sobrecoge en su idea del kantor de Leipzig.



El cómico violinista polaco, Radoslaw Szulc, actuó de brillante maestro de ceremonias y de sobresaliente concertino. En el Concierto número 20 para piano y orquesta, de Wolfgang Amadeus Mozart, brilló Grimaud y el conjunto, engrosado junto al timbal y a las dos trompas (algo altas). Grimaud ya interpretó a modo de directora junto a la agrupación bávara, en la interpretación de los Conciertos números 19 y 23.

Grimaud cosechó gran número de aplausos, agradeciéndolos con una propina que lleva a la emoción: el Andante del Concierto número 2 para piano y orquesta, de Dmitri Shostakóvich.

Tras una breve pero simpática explicación, a manos del maestro Szulc, la Orquesta se puso a interpretar la Sinfonía número 60, “El Distraído”, de Franz Joseph Haydn. Tras el Adagio, se hizo un además de conclusión de la misma, que no fue sino una broma del señor concertino, gracioso en todo momento. Haydn anticipa aquí la recurrencia musical que Mozart desarrollaría.


Fueron en suma, dos conciertos para el recuerdo. 

lunes, 28 de septiembre de 2015

El Londres de los Proms (II)


Siempre es un placer tener la oportunidad de volver a Londres y, máxime, si se acude al famoso festival de música clásica de los BBC Proms. Durante la última semana de dicho evento londinense, a las puertas de Hyde Park y flanqueado por la exuberante escultura del príncipe Alberto, se dieron cita, este 2015, varios encuentros de suma importancia, como las visitas dobles de las Filarmóncas de San Petersburgo y de Viena, con Yuri Temirkanov para la primera y Semyon Bychkov y Simon Rattle, para la segunda. Marin Alsop sería por segunda vez, la directora encargada de cerrar este ciclo veraniego de postín.

El imponente Royal Albert Hall acogió cada noche un lleno absoluto (tiene aforo para más de 8000 personas), con el sonido de los vítores desde la Arena y con una consigna al inicio de cada concierto, informando de la asombrosa colecta de fondos para los músicos en apuros, gracias al público melómano.

Yuri Temirkanov posee unas dotes innatas para la musicalidad, el fraseo y la poesía. Logra con su manera de dirigir, sin batuta, unas cotas de plasticidad y de perfección que rozan la  dramaturgia. El director pincela cada trazo orquestal, perfila los diferentes pasajes y los redondea. Logra el maestro Temirkanov una concentración y respeto por la música, absolutamente proverbiales.
El primero de los conciertos de los filarmónicos de San Petersburgo, empezó con Chaikovski y Francesca da Rimini, siguió con el Segundo de los Conciertos para piano y orquesta, de Rajmáninov (gracias a la entrega de Luganski) y concluyó con el poema magistral de temática orientalizante, Sherezade, de Rimski-Kórsakov.



Recuerda el metal de la Orquesta Filarmónica de San Petersburgo al de la antigua agrupación de Leningrado, nos hace rememorar al escuchado en la época de la URSS, la madera suena cálida y la cuerda estuvo muy bien equilibrada, en manos del concertino, Lev Klichkov.

Para el siguiente concierto, también con la agrupación liderada por Temirkanov, se contó con una flamante pero algo comedida a nivel expresivo, Julia Fischer (virtuosa de la tecla y del arco), para interpretar el famoso Concierto para violín y orquesta, de Piotr Ilich Chaikovski. Quedó precedida esta pieza de repertorio por La Leyenda de la Ciudad Invisible de Kitezh, de Rimski-Kórsakov, que viene a ser como un Preludio introductorio al Parsifal wagneriano pero en clave rusa.  
Julia Fischer ofreció como propina uno de los Caprichos de Paganini, ante un público atento y muy agradecido.

Muchos de los aficionados habituales a los Proms estaban impacientes por escuchar, durante la segunda parte, la versión que Temirkanov y los suyos tenían preparada para los asistentes, de las Variaciones Enigma, de Elgar. “Resulta curioso y gratificante que un músico ruso aborde esta obra”, me comentó uno de ellos. El órgano del Royal Albert Hall aportó un mayor ímpetu a esta especia de autobiografía de Edward Elgar.
Temirkanov destacó la sensibilidad de la obra, llegando con fuerza al portentoso final, colosalmente interpretado, haciendo honor a la música del Imperio británico.



La Filarmónica de Viena estaba invitada en dos ocasiones, una con Bychkov al frente, para interpretar a Johannes Brahms y al tan olvidado Franz Schmidt. Sabíamos de la capacidad de Bychkov para hacer frente a los pentagramas sinfónicos del compositor de Hamburgo, a través de sus lecturas en Colonia, cuando estuvo al frente de la Orquesta Radio de la ciudad (WDR). Aquí vino con un punto más a su favor, gracias a la refinada cuerda de los austríacos.
Preciosa y cuidada lectura de la Tercera Sinfonía, de Brahms, una de mis favoritas.

La Segunda Sinfonía, de Franz Schmidt, se interpretó tras el intervalo, siendo la primera vez que se tocaba en los Proms. A Bychkov es un autor que le pega, que le resulta muy interesante como buen mahleriano que es y que recuerda en muchas ocasiones también a Bruckner. Los bloques sonoros resultaron vibrantes en manos de la orquesta y de su director invitado. A veces recordaba a un británico, del nivel de Elgar o Vaughan Williams.




En este viaje no sólo he podido disfrutar de la Música, sino también de sus parques (Green, St. James y Hyde, entre otros), de la Casa-museo de sir John Soane, de la sede de los freemasons, del número 221b de Baker Street de Shelock Holmes y Watson, de las tiendas de Oxford, Bond Street y sus alrededores, de la descomunal National Gallery, en Trafalgar Square, y del lujoso Buckingham Palace, de la preciosa zona de Covent Garden con su Ópera Real, que nos hace pensar en Audrey Hepburn, de la City y Strand… El Támesis ofrece un precioso paisaje y uno sucumbe después de mucho caminar ante la internacional gastronomía que se da cita en Londres… 

martes, 16 de junio de 2015

El Londres de los Proms


Durante los meses de julio, agosto y septiembre, la ciudad de Londres, capital del Imperio, sirve de reclamo musical, a través de lo que llegó a denominarse los Henry Wood Promenade Concerts. A lo largo del verano, se celebra este festival multitudinario, que tiene como punto de referencia el fastuoso Royal Albert Hall, junto a Hyde Park. La todopoderosa BBC, organiza dicho evento, manteniendo unos altísimos niveles de calidad artística, a través de sus agrupaciones musicales propiedad de la emisora e invitando a conjuntos nacionales y extranjeros de sobrada valía.

Narro estas líneas, reivindicando el hecho de visitar la ciudad del Támesis durante esas fechas, ya que yo mismo estuve durante el año 2006 y pude disfrutar de tan grata vivencia. La Orquesta Sinfónica de la BBC, bajo la atenta mirada de Sir Andrew Davis, presentó un variado programa (Bach, Elgar, Britten, Prokófiev y Shostakóvich), arropado por la flamante compañía de la soprano Nicole Cabell, el pianista Evgueni Kissin y el trompetista Serguéi Nakariakov. Tuve el honor de conversar con Anthony Payne, el compositor artífice de muchos de los arreglos de la música de Edward Elgar, como su versión de la Marcha de Pompa y Circunstancia número 6 y la Tercera Sinfonía.

Se conmemoraba en 2006, el Año Mozart y Shostakóvich, dos de los genios indiscutibles de la Música denominada Clásica.

Para la siguiente ocasión, Andrew Davis y los suyos, ofrecieron el estreno mundial de Julian Anderson, llamado Heaven is Shy of Earth. A esta composición, basada en el Salmo 84 y un poema de Emily Dickinson, del prolífico y refinado autor, le siguió el ballet completo de Daphnis y Chloé, de Maurice Ravel, con la nota vocal del Coro de la BBC y la mezzosoprano Angelika Kirchschlager.

Las mañanas y las tardes también se llenan de música, en los diversos parques, conservatorios y salas de conciertos, más allá de Albert Hall. Por ello, Cadogan Hall, la sede de la Royal Philharmonic, invitó a una de las mejores agrupaciones de instrumentos originales de la zona, la Academy of Ancient Music, con Pavlo Beznosiuk al violín y Rachel Brown y Rachel Beckett a las flautas, bajo la dirección, todos ellos, de Richard Egarr desde el clave. Los Conciertos de Brandemburgo, de Bach y un Divertimento y un Adagio y Fuga, de Wolfgang Amadeus Mozart, sirvieron de elementos suficientes para lograr el aplauso unánime, por parte del público.

Esa misma tarde, del 5 de agosto de 2006, el añorado Sir Colin Davis y la National Youth Orchestra, brindaron un espectacular concierto. Comenzaron por la Sinfonía en Tres Movimientos, de Ígor Stravinski, sigueron con la imponente Taras Bulba, de Janacek y finalizaron con un compositor del que Davis era un grandísimo experto: Jean Sibelius. La claridad interpretativa de los instrumentistas, a través de las manos de Davis, ofrecieron dos lecturas apasionantes de La Hija de Pohjola y la Séptima Sinfonía.

A pesar de la crisis y de la creciente reducción en los presupuestos culturales de los diferentes gobiernos europeos, la BBC y la ciudad de Londres, mantienen el nivel de su Festival, equiparable a un Festival de Salzburgo para todos los públicos y en el que los promers tienen hasta su propio himno, en la Arena, del Albert Hall.

Este año 2015, el Festival, durará desde el 17 de julio y pondrá su fecha de conclusión con su famosa Last Night, el 12 de septiembre. Sakari Oramo, actual titular de la Sinfónica de la BBC y el pianista Lars Vogt, darán el pie a un sinfín de eventos, seguidos por interesantes conferencias en lugares como el Royal College of Music.

Andris Nelsons, a caballo entre la Orquesta de la Ciudad de Birmingham y la Sinfónica de Boston, dirigirá la archifamosa Novena Sinfonía (Coral) y las Criaturas de Prometeo, de Ludwig van Beethoven (19 julio), con los de Birmingham. Volverá el 22, con la Sexta, de Mahler y el 23 de agosto, con la Sinfonía número 90, de Haydn, una composición de Barber y la Sinfonía número 10, de Shostakóvich.

John Storgards, esta vez con la Filarmónica de la BBC, ofrecerá junto al percusionista Colin Currie, Into the open, de HK Gruber, además de la Sinfonía número 85, de Haydn y Petrushka, de Stravinski, en su versión de 1911 (20 julio).

La Orquesta de la agrupación de radiodifusión en Gales, propondrá el Concierto para órgano, de Poulenc, la Sinfonía de los Salmos, de Stravinski y la Número 41, de Mozart, todo ello con Thomas Sondergard (21 julio).

Mark Simpson (clarinete) y Andrew Davis (director de orquesta), junto a la Sinfónica de la BBC, rinden tributo a Carl Nielsen, ofreciendo su concierto para dicho instrumento solista, además de las composiciones de Delius, Ravel y Hugh Wood (22 julio).

El pianista y director de orquesta, Leiv Ove Andnes, ofrecerá los Conciertos para piano y orquesta (conocidos a través de sus grabaciones para SONY), de Ludwig van Beethoven, junto a la Mahler Chamber Orchestra (23, 24 y 26 julio). Como complemento, Stravinski y Schoenberg harán su aparición en escena.

Pierre Boulez celebra con los Proms, su 90 cumpleaños, representado por la directora Susanna Mälkki y la violinista Leila Josefowicz. Las Notaciones, será la obra elegida del compositor francés, acompañada por Duende, de Lucca Francesconi y Los Planetas, de Holst, junto a la BBC Symphony (27 julio).

El mes de julio de 2015, destacará por la incursión del director de orquesta Valeri Gergiev y los pianistas Daniil Trifolov, Alexei Volodin y Serguéi Babayan, interpretando los Conciertos para piano y orquesta, de Prokófiev, acompañados por la Sinfónica de Londres. Esta vez, la Sinfónica deja Barbican Centre, para tocar en Albert Hall (28 julio).

Mark Elder y la Hallé de Manchester, recordada por las grabaciones de Barbirolli, en EMI, harán buenas lecturas de compositores británicos, como Vaughan Williams y Elgar. Del primero, escucharemos Sancta Civitas y, del segundo, la Sinfonía número 2, apoyados por diversos Coros británicos (30 julio)

Las hermanas Labèque son las encargadas de cerrar el mes de julio, junto a la Sinfónica de la BBC y el marido de una de ellas, el vibrante director de orquesta, Semyon Bychkov. Para tal evento, se escoge el Concierto para dos pianos K.365, de Mozart y la Sinfonía Leningrado, de la que Bychkov supo dar buenas lecturas, en la Orquesta  Radio de Colonia y junto a la Nacional de España (31 julio).

Agosto será el mes inaugural de nuestro internacional director de orquesta, Juanjo Mena, antiguo titular de la Sinfónica de Bilbao y actual de la Filarmónica de la BBC, en Manchester. De hecho, el día 20 de junio, ofrecerá todas las Sinfonías de Chaikovski, desde el Auditorio Nacional de Madrid, acompañado por tres agrupaciones locales de primer nivel: la Joven Orquesta Nacional de España, la Orquesta Nacional de España y la Orquesta de Radiotelevisión Española. El Orfeón Pamplonés le acompañará en Londres, en una velada que sería muy del agrado de su amigo, el difunto maestro Rafael Frühbeck de Burgos, ya que se incluye la Misa número 3, de Anton Bruckner y la Sinfonía número 4, Trágica, de Schubert (1 agosto). El 13, volverá, para ofrecer la Sinfonía Turangalila, de Messiaen.

John Eliot Gardiner y sus conjuntos, los English Baroque Soloist y el Coro Monteverdi, para ofrecer El Orfeo, de Claudio Monteverdi y la Orquesta Revolucionaria y Romántica, para interpretar la Quinta Sinfonía, de Beethoven y la Sinfonía fantástica, de Berlioz (4 y 9 de agosto).

El 10 de agosto, la violinista, Nicola Benedetti interpretará el Concierto para violín y orquesta, de Korngold, además, Kírill Karabits y la Orquesta de Bournemouth, de la que es titular, ofrecerán los Cuatro Preludios de Peter Grimes, de Britten y la Quinta Sinfonía, de Prokófiev.

Para el día 16, Volkov y la Sinfónica de la BBC escocesa, traerán al violinista Julian Rachlin, en un programa consagrado a Jean Sibelius, en el que se incluirá su Concierto para violín y orquesta y las Sinfonías números 3 y 4, además de un estreno de Michael Finnissy, llamado Janne.

Barenboim ofrecerá junto a los jóvenes del West-Divan un variado concierto de Chaikovski y Mozart y Charles Dutoit y su Royal Philharmonic, harán el Concierto para piano y orquesta número 22, de Mozart y la compleja Sinfonía número 15, de Shostakóvich (18 y 19 agosto). Dos días después, el pianista húngaro András Schiff interpretará las Variaciones Goldberg, de Johann Sebastian Bach.

El 24 de agosto será una fecha clave, por la participación en los Proms, de Esa-Pekka Salonen y la Philharmonia, de la que es titular, interpretando El Mandarín maravilloso, de Bartók, el Concierto para piano número 24 (junto a David Fray), de Mozart y Orango, de Shostakóvich.

Andrew Litton estará presente con la Filarmónica de Bergen, interpretando la Consagración de la Primavera, de Stravinski y el Concierto para violín y orquesta, de Mendelssohn, cuya solista será Alina Ibragimova. Otro conciertazo será el de Haitink, Pires y la Orquesta de Cámara de Europa, con la Novena, de Schubert y el Concierto para piano y orquesta número 23, de Mozart (27 y 28 agosto). El último día de agosto, el 30, Michael Tilson Thomas interpretará la Titán, de Gustav Mahler.

Los 4 y 5 de septiembre, serán dos de los días más importantes, ya que tendrán a Mitsuko Uchida y a Vladimir Jurowski como protagonistas, con la Filarmónica de Londres. La obertura de Fidelio, de Beethoven, será la primera de las incursiones musicales, el Concierto para piano de Schoenberg y la Octava de Shostakóvich, lo cerrarán. Bernstein y su música para la escena de Broadway y cinematográfica tendrá su lugar con la John Wilson Orchestra y Yo-Yo Ma interpretará las Suites para violonchelo, de Bach.

Para los 7 y 8, Yuri Temirkanov y la Filarmónica de San Petersburgo, tienen previsto interpretar Scherezade, de Rimski Kórsakov y el Segundo Concierto, de Rajmáninov, con Luganski. Para el segundo día, Julia Fischer hará el Concierto para violín, de Chaikovski y Temirkanov acabará con las Variaciones Enigma, de Elgar.

La Filarmónica de Viena vendrá de la mano de Bychkov y de sir Simon Rattle. Con el primero, interpretarán la Segunda de Brahms y otra de Schmidt y con el segundo, acompañado de un soberbio reparto vocal, se centrarán en Elgar.

El doce de septiembre, la genial directora de orquesta, Marin Alsop, cerrará tan estupendo y excelso recorrido por el panorama musical clásico, acompañada por el tenor Jonas Kaufmann. El repertorio lo ocuparán Puccini, con Turandot, Manon Lescaut y Tosca y diversas piezas cinematográficas, de la escena y de corte popular y patriotismo británico y norteamericano. De Niese, Grosvenor y los cuerpos de la BBC serán otros de los invitados a esta última merienda-cena.


Ya lo saben, ahora sólo les falta animarse rumbo a Gatwick o a Heathrow…


viernes, 12 de junio de 2015

Jukka-Pekka Saraste y su Orquesta de la Radio de Colonia


La Orquesta Sinfónica de la Radio de Colonia (WDR), actuó por primera vez para el Ciclo Musical de La Filarmónica en su concierto inaugural, en el año 2012, junto a Jukka-Pekka Saraste. Si entonces interpretaron una imponente Quinta Sinfonía, de Ludwig van Beethoven, ahora hacen escala en Madrid durante su gira española, con la sentida ausencia médica de la violonchelista Natalia Gutman, admirada por Abbado. Gutman ocupó el puesto de primer violonchelo, en la Orquesta del Festival de Lucerna. Para esta velada, un veinteañero carismático y con un futuro muy prometedor, llamado Narek Hakhnazaryan, la sustituiría.



Saraste ha estado vinculado a la actividad musical finlandesa y al pasado, presente y futuro de la cultura no sólo de su país. Ha defendido a la compositora Kaija Saariaho, a Magnus Lindberg y al representativo Jean Sibelius. En su etapa en Oslo, se aproximó al genial Gustav Mahler y en Toronto demostró conocer bien las particularidades de Ígor Stravinski.



Desde el año 2001, el director de orquesta, se sintió acogido por la ciudad de Colonia, que lo eligió titular de su agrupación con sede en la Philharmonie, en la temporada 2010-2011. Acaba de anunciarse que ampliará su contrato hasta la temporada 2018-19. La Orquesta de la Radio de Colonia (WDR), ha tenido entre sus titulares a Gary Bertini (una de las mejores integrales mahlerianas), al correcto y algo olvidado Hans Vonk y al carismático Semyon Bychkov, entre otros muchos. Debo recordar que Otto Klemperer y Günter Wand se subieron a su podio.

A nivel discográfico y la Radio de Colonia, con el apoyo de los sellos germánicos HÄNSSLER y ORFEO, ha registrado las Sinfonías Quinta y Novena, de Gustav Mahler, el Pajaro de fuego y el Scherzo fantástico, de Stravinski, las Sinfonías número 1 y 3, de Johannes Brahms, la Sinfonía para violonchelo y orquesta, de Britten y la Sinfonía concertante, de Prokófiev, con el solista Daniel Müller-Schott.



El Concierto para violonchelo y orquesta, de Antonín Dvorák, estuvo bien estructurado, en manos de Saraste. El director recordaba en algunos momentos al maestro ruso Yuri Temirkanov y en otros a su colega y amigo, Esa-Pekka Salonen. El vigoroso y entregado violonchelista invitado supo aportar un aire nuevo y de cercanía con lo exótico en su versión de la obra, en un continuo ir y venir de diferentes complejidades y demostró una especial destreza en el manejo del arco. El carácter folclórico estuvo bien representado por los instrumentos de madera. Para coronar una visión intrépida del concierto, gratificada por el aplauso del público, nos supo agradecer dicho gesto con la curiosa y dramática, Lamentatio, de Giovanni Sollima, que narra la tragedia del denominado como “Holocausto Armenio” (1915-23), a manos del gobierno otomano.



Lo mejor, a mi modo de entender, estuvo en la interpretación que Saraste y la WDR, dedicaron a la última de las Sinfonías, de Piotr Ílich Chaikovski, la Patética. Como si de una visión general de la vida del compositor se tratara, la Sexta, inicia planteando la orquesta sinfónica desde la madera, seguida de la cuerda y los metales. Va de lo apasionado a lo dramático, ahonda en lo profundo del sentir del compositor, recupera fantasmas y genera nuevos miedos (¿a la muerte?).

El inicio crea una atmósfera que nos llevará al ballet, divinamente representado por el autor, en la Bella durmiente, el Cascanueces o el Lago de los Cisnes. El tercer movimiento, suena triunfalista y anima a cualquier público a aplaudir tras el mismo, dado el nivel marcial y con un estruendo que hizo vibrar la Sala Sinfónica del Auditorio Nacional de Madrid. Para mí, lo que nos hizo realmente llegar al éxtasis, fue su último movimiento, una especie de lamento final, de exhalación que nos lleva a decir Adiós a su compositor. En la última de las frases, los violonchelos y contrabajos mantienen la tensión hasta que los pizzicatos de los instrumentos hacen presagiar que el corazón de Piotr Ílich se apagaba de manera inmediata (¿inducida?).


He de resaltar que la Orquesta de la Radio de Colonia está en una estupenda forma, situándose entre las primeras formaciones de Difusión alemanas. 


martes, 9 de junio de 2015

Andris Nelsons, con Birmingham en Madrid


El todavía director titular de la Orquesta Sinfónica de la Ciudad de Birmingham y recientemente nombrado de la de Boston, el letón Andris Nelsons (Riga, 1978), ha sabido continuar la herencia dejada por el maestro sir Simon Rattle, actual director de la Filarmónica de Berlín.

Ha contado con el apoyo de Claudio Abbado, que le invitó al Festival de Lucerna, dirigiendo a la Concertgebouw en el concierto de apertura, en 2011, junto al pianista Yefim Bronfman. Beethoven, Dvorák, Chopin y Rimski-Kórsakov fueron los compositores escogidos. Si esto fue elegido para el 5 de septiembre de 2011, para el día anterior, había preparado tres geniales autores: Shostakóvich, Wagner y Richard Strauss. En la inauguración del Festival, en 2014, aceptaría el privilegio de sustituir al gran Claudio Abbado, durante un monográfico dedicado a Johannes Brahms, junto a Sara Mingardo y la Orquesta. En enero del año pasado, tuvo el honor de dedicarle un último adiós, con las músicas de Beethoven, Mahler, Schubert y Berg. En esta ocasión, la violinista Isabelle Faust y el actor Bruno Ganz, le acompañarían.


Andris Nelsons es un enamorado de Richard Strauss, como constató en su trabajo durante las tomas de 2010 a 2013, interpretando algunos de sus poemas sinfónicos y suites, con la Orquesta de la Ciudad de Birmingham, en el sello que le lleva acompañando unos cuantos años: ORFEO. En 2013 y 2014, la Concertgebouw de Ámsterdam cuenta con su sabiduría para volver al autor de Don Juan y Así habló Zaratustra.

Creo que dos de los compositores que van con su estilo, son: Chaikovski y Shostakóvich. Del primero, ha interpretado el Concierto para violín y orquesta (con la tempestuosa Baiba Skride), el opus 42 y algunos extractos del Lago de los Cisnes, la Sinfonía Manfredo y la Marcha eslava, las Sinfonía 4 a 6, Hamlet, Romeo y Julieta y Francesca da Rimini. Del segundo, ha realizado las grabaciones de las Sinfonías número 7 y 8 y los dos Conciertos para violín y orquesta, con Arabella Steinbacher.

La obertura de Las Criaturas de Prometeo, de Beethoven, fue la primera de las composiciones que iniciaron el concierto de Nelsons y los de Birmingham, en su velada madrileña. Supo estructurar las masas sonoras que recuerdan a la Primera Sinfonía, del autor de Bonn. Las dinámicas fluyeron y hubo sentido de la homogeneidad y del tiempo.


Para el complejo Concierto número 2, de Serguéi Prokóviev, se contó con la ya mencionada violinista letona, como Nelsons, Baiba Skride. Esta obra se compuso a modo de viaje musical, con paradas en París, Vorónezh, Baku y Madrid, lugar en donde se estrenó, en diciembre de 1935, en lo que conocemos hoy en día como Teatro Monumental (sede de la Orquesta y Coro de RTVE), con la Sinfónica de Madrid, el violinista francés Robert Soëtens y la batuta de Fernández-Arbós.


Antonín Dvorák no le es en nada extraño, ya que ha dirigido alguna de sus Danzas eslavas, la Novena (conocida como del Nuevo Mundo) y la Canción del Héroe. Su versión de la Sinfonía número 7, conocida como la Británica, sonó eslava en todo momento, recordando a san Wenceslao, a pesar de una sobredosis de estruendo que le quitó algo de poesía. Aún con eso, su Poco Adagio, fue de ensueño.

Os dejo la interesante versión de John Eliot Gardiner, al frente de la Filarmónica de Estocolmo.


miércoles, 3 de junio de 2015

Semyon Bychkov y la Orquesta Nacional se rinden ante Mahler


El maestro Semyon Bychkov nació el 30 de noviembre de 1952, en la antigua ciudad de Leningrado, actual San Petersburgo. Pronto destacaría por su manera impetuosa de dirigir, primero en el Conservatorio y después, ganando el Premio Rajmáninov. Memorables fueron sus apariciones junto a las Filarmónicas de Nueva York y de Berlín. En Estados Unidos, lo acogerían en la Ópera de Chicago y fue titular en Buffalo. Sucedería a Barenboim en París y se reconoce su ejemplaridad al frente de la Orquesta de la Radio de Colonia (WDR).

Ha dedicado gran parte de su vida a compositores como Chaikovski, Shostakóvich, Richard Strauss y Wagner y a Gustav Mahler. De este último, realizó una futurista versión de la Segunda Sinfonía (Resurrección), en el año 2006, desde la Philharmonie, de Colonia. Contó con su Orquesta de la WDR, los Coros de la Radio de Colonia y de Hamburgo,  la soprano Karina Gauvin y la contralto Yvonne Naef. Para la Tercera Sinfonía, registrada en enero de 2002), Marjana Lipovsek fue la contralto elegida, las voces correrían a cargo de los coros de la Catedral de Colonia y de la WDR, además de su estupenda agrupación radiofónica.

La denominada reina del repertorio wagneriano, Waltraud Meier, sería la encargada de registrar en DVD junto al tenor Torsten Kerl, la Canción de la Tierra, con el apoyo incondicional de Bychkov y su Orquesta de la Radio de Colonia.

Para su vuelta a la temporada de la Orquesta Nacional de España, Bychkov preparó concienzudamente la lectura de la Sinfonía número 6, denominada Trágica, que tuvimos el placer de disfrutar. El maestro eligió la edición de C.F. Kahnt, de 1906, en su primera versión. Mahler decidió aquí que la secuencia Scherzo-Andante fuera como segundo y tercer movimientos.

Como diría Alban Berg, "la única Sexta pese a la Pastoral, de Beethoven". Aunque predomina ese carácter trágico y de derrota psicológica, Alma Mahler resalta que ese verano de 1904 fue uno de los más felices de la vida de su autor. Los tres golpes del destino abaten a su héroe, como si de un árbol se tratara, con los toques del martillo (evocados por Alma), que en esta ocasión fueron sólo dos. En Mahler, siempre está presente la naturaleza (“los últimos ruidos percibidos por el hombre que sube a la cima de una montaña”), el sonido pastoril (campanas de rebaño), los recuerdos infantiles y el sentido musical de una época que acaba, las fanfarrias militares… Mahler nunca nos deja indiferentes y menos, en manos del temperamental experto en Shostakóvich, Semyon Bychkov.

Desde el inicio, Bychkov utilizó un tempo ágil, haciendo uso de las dinámicas, logrando unidad en cada una de las diferentes cuerdas, aportando calidez a la madera y conseguir hacernos vibrar ante el estruendo del metal y la percusión. Acentúa el dramatismo de la obra sin quitarle un ápice del nervio que contagia en el podio. Para el segundo de los tiempos, parece que estuviéramos escuchando la exquisitez de la cuerda vienesa, ante el impetuoso metal. Bellísimo fue el comienzo del tercer movimiento, con partes suspendidas, como de un comedimiento que nos hace suspirar.

Los fragmentos cantábiles se ven abruptamente interrumpidos por sus fantasmas e inseguridades. ¡No es fácil convertirse en un héroe, ni tampoco serlo! Así lo dictamina el propio compositor, aunque para nosotros sí lo es, es un héroe terrenal que pareciera no serlo.

Os recomiendo la escucha de esta versión, con Claudio Abbado y la Orquesta del Festival de Lucerna.


martes, 2 de junio de 2015

Los Habsburgo en el Madrid del CNDM


Uno de los conciertos más interesantes de esta temporada del Centro Nacional de Difusión Musical, ha sido el protagonizado por el Freiburger Barock Consort. Para esta ocasión, programaron un repertorio vinculado a las cortes de los Habsburgo y su rica y galante música. Por un lado, nos deleitaron con Johann Heinrich Schmelzer, creador de sonatas y ballets y por el otro, redescubrimos a Andrea Falconieri, un espléndido compositor, guitarrista, tiorbista y laudista, capaz de enriquecer las folías, pasacalles y chaconas. A Falconieri se le recuerda como el Napolitano, aunque se dejase ver por las cortes tanto italianas como españolas.

Para la Orquesta Barroca de Friburgo hay dos compositores a los que han prestado especial atención y que pueden ser la continuación el uno del otro: Schmelzer y Biber. El primero no sólo sirvió de modelo al segundo, sino que estableció las bases musicales del teatro de Alemania y Austria, a lo largo del siglo XVII.




Escuchar a esta agrupación resulta un verdadero placer. La concertino es nada menos que Petra Müllejans, conocedora de Bach, Telemann y Mozart. Las hermanas Perl (Hille y Marthe), son dos de las mejores viola gambistas del mundo y también se vinculan a esta agrupación. Hille ha hecho hincapié en Johann Schenk, Marais, Dowland y Sainte-Colombe. Para Marthe, la incorporación al arte de la grabación ha sido reciente, apoyada siempre por su hermana y con un espíritu más inconformista y arriesgado, acompañadas por la guitarra eléctrica del laudista, Lee Santana.


Un excelente concierto, que nos hizo vislumbra el esplendor y la riqueza sonora de una época, de un estilo rico pero en una parecida línea melódica, con un mismo espíritu, en un ir y venir de sensacionales ideas, proclives a la diversión y a lo distendido como Arte. Participamos de la improvisación y del ritmo sincopado.



sábado, 2 de mayo de 2015

Steinberg, Haydn, Dvorák y la Orquesta de RTVE


La Filarmónica de Budapest tiene en Pinchas Steinberg a su sabio director de orquesta. Nacido en Israel,  aprendió el arte del violín a manos de Jascha Heifetz y su capacidad batuta en mano le ha hecho recorrer medio mundo. Aquí, en Madrid, le recordamos por su magistral Die Tote Stadt, de Erich Wolfgang Korngold.  Para esta ocasión, Steinberg recibió la invitación de manos de la Orquesta de Radiotelevisión Española.

La Sinfonía número 104, Londres, de Haydn, comienza con la orquesta y su redoble de timbal. Suena contundente y, casi, apoteósica. Después, las cuerdas y maderas dan un toque distendido al que se sumaran los bronces y el conocido timbal. Estamos ante una de las últimas obras del Padre del Clasicismo, de quien Wolfgang Amadeus Mozart supo tomar buena nota. Se repiten algunas ideas y otras se desarrollan, con el optimismo del señor Haydn. El maestro Steinberg consiguió unificar casi todos los arcos de la RTVE, en un estilo vienés, refinado y fresco.

El silencio juega un papel clave, como si de una nota más se tratara. Se va desarrollando algún motivo de carácter popular, al final del primer tema. Ya en el segundo tiempo, Andante, de una delicadeza extrema, se percibirá un  desarrollo y virtuosismo que irán a más. La cuerda, en sus diferentes familias, constituye el cuerpo central de la Sinfonía. Atentos al oboe, a la flauta y al fagot. Parece que estuviéramos ante un encaje de bolillos. Se repite el final del movimiento, a modo de contradanza, muy del gusto de Franz Joseph Haydn.

Durante el Finale parece como si se tratara de una reunión campesina en la que la fiesta imperase. Haydn juega con los ritmos y el uso de los tiempos. Escalas ascendentes y descendentes tienen lugar en la cuerda, con el color de la madera y los ataques de los metales y el timbal. Estamos ante un experto y veterano compositor que hace uso de todas las técnicas.

El propio autor escribe: “Una nueva sinfonía en re, la duodécima y última de las inglesas. El auditorio estaba muy satisfecho y yo también. Esta sesión me ha producido 4000 florines. Una cosa así sólo es posible en Inglaterra”.

Haydn y Dvorák tienen en común con Inglaterra sus dos sinfonías. A la  Sinfonía número 8, de Antonín Dvorák, se la denomina como la Inglesa. Dvorák posee una capacidad única para hacernos emocionar y bailar a partes iguales. A Steinberg no se le escapó ningún detalle, resolviendo con elegancia y con un ritmo enérgico. Siempre tuvo en cuenta el fraseo de la cuerda, la especial madera bohemia y marcó con rotundidad las entradas de los metales y el timbal.


Esperemos que venga Pinchas Steinberg más a menudo por el Monumental madrileño.


Disfrutando de las calles de Praga



Lo que se dio en llamar el Estado checo, lo constituyeron tres bloques culturales distintos, como fueron Bohemia, Moravia y Eslovaquia. De la riqueza cultural de estos antiguos pueblos, se hace eco la ciudad de Praga, a la sombra de un pasado glorioso a nivel cultural y vertiginoso a nivel político. La cuna de Kafka, Dvorák y Smetana, transcurre en los dos márgenes del río Moldava (Vltava), como al son de la música del poema sinfónico Mi Patria (Má Vlast).


 

Tras escuchar a Rafael Kubelik, al frente de su Orquesta Filarmónica Checa, con sede en el suntuoso Rudolfinum, a poca distancia del puente de Carlos y dentro del Barrio Judío (Josefov), uno toma conciencia del estupendo representante que fue Smetana de la música de su país, de la que se auto-proclamó defensor, en un nuevo giro nacionalista. El vídeo está tomado al lado de la Plaza de la Ciudad Vieja, frente al Reloj Astronómico.

Animado por el matrimonio Dussek, Mozart visita la ciudad de Praga un total de cinco ocasiones, atraído por la paz del refugio de sus amigos: él compositor de prestigio, clavecinista y pianista y ella soprano y, también, pianista.  Allí, apartado del ritmo de la ciudad, terminó de componer, Wolfgang Amadeus Mozart su famosa ópera Don Giovanni para que fuera estrenada en el Teatro de los Estados. Pocos meses después de la muerte de Mozart, se estrenó allí, también, la Clemenza di Tito, esbozada en Bertramka y presentada para la coronación de Leopoldo II como Rey de Bohemia.

Antonín Dvorák, nació al norte de Praga y falleció en esta misma ciudad. Fue el representante del primer nacionalismo checo, que continuarían Fibich y Smetana posteriormente, en una línea tendente a Wagner. Suk y Novák seguirían su legado, lleno de maravillosas sinfonías, conciertos, música sacra y su inolvidable Rusalka. Todo en Dvorák posee un toque tradicional y un bien estudiado uso de lo popular. Así tenemos, además sus maravillosas Danzas Eslavas, sus últimas tres Sinfonías, sus deliciosas canciones…


Para los melómanos… Esta es una gran ciudad. Tenéis la Casa Municipal, desde donde se proclamó la República, una obra de Alfons Mucha que acoge a orquestas como la Sinfónica de la ciudad y a otros conciertos de corte más popular. El Rudolfinum, es la magna sede de la Filarmónica Checa, a orillas del río Moldava con la estatua de Dvorák presidiéndolo, en el Barrio judío. En Národní Trída, está situado el Teatro Nacional, sede de la Národní Divadlo, en la zona de Mustek o Muzeum. Tenéis el Statni u Ópera Nacional, que viese al mismo Mahler y el Teatro de los Estados, acogió los estrenos de Don Giovanni y La Clemenza di Tito.


En Praga uno no se cansa de contemplar monumentos, calles empedradas y escuchar música. La parte alta, del Castillo, bien se merece un día, para disfrutar del estilo gótico de muchas iglesias, el barroco tendente al rococó y la magna Catedral de san Vito y las vidrieras de Alfons Mucha. El callejón dorado es una joya, en la que Kafka vivió en su número 22 y el poeta Jan Neruda da nombre a la calle que sube al distrito federal, en donde se ubica la antigua casa de los reyes bohemios, convertida después de la era del presidente Hável, en lugar de residencia del Presidente de la República. El templo de Loreto requiere una visita dada su magnitud e importancia, al igual que el Palacio de los Príncipes de Lobkowitz, los mecenas de las Artes.

El Modernismo, en su corriente Art Nouveau, tuvo a dos representantes principales en Chequia: Josef Fanta y Alfons Mucha. La Casa Municipal, al lado de lo que fuera almacén de pólvora y Torre de acceso a la ciudad. Si os interesa el Cubismo, existe un Museo con tienda y un fabuloso café, llamado Grand Café Orient, recuperado tras años de abandono.

Esta fabulosa ciudad de Cafés, en el más amplio sentido de la palabra, tiene entre sus delicias al Slavia, centro de reuniones de los sublimes Kafka y Rilke y  del añorado presidente Hável, situado frente al Teatro Nacional que viera a figuras patrias como Smetana y Dvorák.  No os olvidéis del Savoy o del Louvre.

Desde la estación de metro de Mustek, se puede acceder a la zona del Museo Nacional, la Plaza de Wenceslao y la Ópera Nacional. Si lo que se quiere visitar es la Ciudad Vieja, el Rudolfinum y el Barrio Judío, Starometska sería la parada idónea. Debéis bajaros en Malastranska si lo que os interesa es la zona alta, del Castillo, desde la iglesia barroca de san Nicolás, para subir la calle Nerudova y callejear por la sorprendente Iglesia de Loreto y la Catedral de san Vito.

El recorrido por el Barrio Judío, os llevará a su enorme cementerio, sus sinagogas (española, Maisel, Pinkas, Alta y Nueva-Vieja).

La cocina checa se centra, fundamentalmente, en el uso de carnes y caza, aunque posean una extensa lista de restaurantes vegetarianos. La revitalizada zona de Smíchov, metro Ándel, al sur del Castillo, en la orilla izquierda del río, posee varios y apetitosos ristorantes y dos de los mejores lugares de cocina local: Zláty Klás y Ná Verandách.

jueves, 2 de abril de 2015

Hungría y Rumanía: De lo popular a lo culto




Durante el Ciclo de los Viernes temáticos, la Fundación Juan March, ha planificado para los meses de octubre de 2014 a marzo de 2015, el bloque temático “Música popular y culta: La huella del folclore”. Para el concierto-presentación del 27 de marzo de 2015, se contó con el pianista húngaro Jenó Jandó, que  pasa por ser uno de los mejores representantes actuales de la música pianística de Béla Bartók.

La presentación corrió a cargo del polifacético Rubén Amón y el conjunto de música tradicional que servía para mostrar las raíces de las músicas rumanas y húngaras, fue Muzsikás, compuesto por: Mihály Sipos (violín), László Porteleki (violín, tambura y koboz), Péter Éri (viola, flauta larga y kaval) y Dániel Hamar (contrabajo, gardon y caja).

Jandó siente la música de Bartók con una sensibilidad y dedicación especiales. El compositor húngaro fue uno de los más destacados del Conservatorio Liszt, de Budapest, junto a Donhányi, Weiner y Kodály. El propio Jandó forma parte del magno elenco de profesores de tan imponente lugar. Ha llegado a grabar cada aproximación de Bartók a la música popular, ya fuera de raíz eslovaca, rumana o húngara. También se ha acercado al piano didáctico creado por el autor de El príncipe de madera y su complejo Microkosmos. Junto a András Ligeti y la Sinfónica de Budapest, grabaron el ciclo de Conciertos para piano y orquesta y con el violinista György Pauk hicieron lo propio, con las Sonatas números uno y dos.

Muchos compositores han utilizado las raigambres populares para adaptarlas a su modo de entender la música. Refiriéndonos a los pueblos de los Cárpatos, podríamos destacar las aportaciones de Enescu y sus Rapsodias rumanas, Ligeti con su Concierto rumano y Béla Bartók con sus Danzas rumanas. Liszt y Brahms se basaron en el colorido instrumental húngaro para componer sus famosas Rapsodias y Danzas, para tiempo después hacerlo Kodály y Bartók, con sus ciclos de Canciones populares húngaras.

Bartók fue un viajero inagotable, capaz de llegar hasta el continente africano y visitar los terrenos donde lo eslavo era el denominador común. El compositor fue un defensor de los derechos humanos y estuvo próximo a ideales de política izquierdista. Tuvo que sufrir el ascenso de Horthy, en Hungría y soportar el desconocimiento de su música durante la era estalinista. Nunca se sintió del todo cómodo en Estados Unidos, pero pudo investigar parte de las tradiciones culturales de los pueblos croata y serbio, gracias a los fondos de la Universidad de Columbia.



El genial Bartók no tenía fronteras culturales: lo mismo se aproximaba al pueblo eslovaco, que al búlgaro, al argelino o al moldavo. Fue un ciudadano de mundo que vivió de manera cosmopolita y próxima a las raíces culturales.


Para aproximarse al piano de Bartók, lo mejor será hacerse con los registros que Jandó grabó para el sello NAXOS, también Zoltán Kocsis tiene en Philips y en Hungaroton buenas referencias discográficas, tanto como pianista como director de la Orquesta Filarmónica Nacional Húngara. Para el Bartók orquestal, debo destacar algunos de sus representantes: George Solti y la Sinfónica de Chicago (DECCA), Iván Fischer y la Orquesta del Festival de Budapest (Philips) y, mención especial merece la desconocida Danubia Orchestra Óbuda, de Domonkos Héja





Antón García-Abril y su merecido reconocimiento


Durante el 80 Aniversario del compositor turolense, Antón García Abril, se están sucediendo tanto este 2015, como el año pasado, diversos conciertos que homenajean la figura universal del prolífico autor español.


He asistido a dos eventos especialmente significativos. El primero de los cuales, tuvo a la Orquesta Filarmónica Checa como protagonista, junto a su titular desde 2012, Jirí Belohlávek. En dicho evento, el genial violonchelista nórdico Truls Mork interpretó una de las más sublimes lecturas del Concierto que Antonín Dvorák escribió para dicho instrumento, escuchamos la cálida madera bohemia y nos sumergimos en el mundo del Caballero de la Rosa, de Richard Strauss.

Una de las composiciones realmente geniales de Antón García Abril captó la atención de los checos, ya que el propio titular de la orquesta fue alumno del director de orquesta rumano, Sergiu Celibidache: me refiero a Celibidachiana. El maestro Belohlávek estudió violonchelo y fue asistente del mencionado maestro durante su periodo en Suecia, al frente de la Orquesta Sinfónica de la Radio, durante un par de años.

La amistad unió a dos mentes privilegiadas como son la de Celibidache y García-Abril. Belohlávek comentó al periódico El País: “Como alumno del Maestro Celibidache, estaba muy emocionado de que existiera una obra en memoria del que me enseñó lo que hoy soy. El profesor Antón García Abril –una de las figuras musicales más importantes de España- escribió una obra en forma de fantasía para una extensa orquesta, una pieza llena de una intensa expresión y con unos patrones orquestales genuinos. Mi intención con Celibidachiana es rendir tributo a ambos”. Estamos ante una pieza con mucho carácter, escrita a modo de elegía pero con elementos del concierto tradicional, parece describirnos el temperamento del homenajeado, con un gran despliegue de medios orquestales, jugando con la tonalidad, el ritmo y la melodía. En algunos momentos podría sugerirnos guiños a los Béla Bartók.



Pablo González propuso un interesante programa para el Ciclo de Conciertos de la Orquesta Nacional de España que empezaba con tres escenas del ballet La Guitanilla, de Antón García-Abril, seguía con el Concierto para flauta y arpa, de Wolfgang Amadeus Mozart y finalizaba con El Pájaro de Fuego, en su versión completa de 1910, de Ígor Stravinski.

Desde el inicio de la pieza para ballet de Antón García-Abril, podríamos pensar que estábamos escuchando una de las composiciones de Áram Jachaturián o de Alberto Ginastera, salpicada por el color nacional de Manuel de Falla. La cuerda comienza homogénea en la Danza de los dos caminos, para aparecer impetuosa la percusión y seguirle el metal. Se hace uso del pizzicato y el piano actúa a modo de continuo, el xilófono aporta un toque cómico, todo ello en un movimiento perpetuo. Las maderas aportan ese toque cercano y alegre, danzante. El timbre, la melodía y la armonía son claves en los dos tiempos posteriores: Adagio gitano y Ceremonial del trigo.

García Abril ha puesto música a muchas de las mejores películas de Mario Camus, Pilar Miró y Pedro Lazaga.  


La visión del Concierto de Mozart me pareció algo lineal, técnicamente muy bien interpretado por la flautista Magali Mosnier y el arpista Xavier de Maistre. Interpretar el Pájaro de Fuego íntegramente llevaba a mostrar las luces y sombras de la obra, en una más que correcta versión de Pablo González.