jueves, 2 de abril de 2015

Hungría y Rumanía: De lo popular a lo culto




Durante el Ciclo de los Viernes temáticos, la Fundación Juan March, ha planificado para los meses de octubre de 2014 a marzo de 2015, el bloque temático “Música popular y culta: La huella del folclore”. Para el concierto-presentación del 27 de marzo de 2015, se contó con el pianista húngaro Jenó Jandó, que  pasa por ser uno de los mejores representantes actuales de la música pianística de Béla Bartók.

La presentación corrió a cargo del polifacético Rubén Amón y el conjunto de música tradicional que servía para mostrar las raíces de las músicas rumanas y húngaras, fue Muzsikás, compuesto por: Mihály Sipos (violín), László Porteleki (violín, tambura y koboz), Péter Éri (viola, flauta larga y kaval) y Dániel Hamar (contrabajo, gardon y caja).

Jandó siente la música de Bartók con una sensibilidad y dedicación especiales. El compositor húngaro fue uno de los más destacados del Conservatorio Liszt, de Budapest, junto a Donhányi, Weiner y Kodály. El propio Jandó forma parte del magno elenco de profesores de tan imponente lugar. Ha llegado a grabar cada aproximación de Bartók a la música popular, ya fuera de raíz eslovaca, rumana o húngara. También se ha acercado al piano didáctico creado por el autor de El príncipe de madera y su complejo Microkosmos. Junto a András Ligeti y la Sinfónica de Budapest, grabaron el ciclo de Conciertos para piano y orquesta y con el violinista György Pauk hicieron lo propio, con las Sonatas números uno y dos.

Muchos compositores han utilizado las raigambres populares para adaptarlas a su modo de entender la música. Refiriéndonos a los pueblos de los Cárpatos, podríamos destacar las aportaciones de Enescu y sus Rapsodias rumanas, Ligeti con su Concierto rumano y Béla Bartók con sus Danzas rumanas. Liszt y Brahms se basaron en el colorido instrumental húngaro para componer sus famosas Rapsodias y Danzas, para tiempo después hacerlo Kodály y Bartók, con sus ciclos de Canciones populares húngaras.

Bartók fue un viajero inagotable, capaz de llegar hasta el continente africano y visitar los terrenos donde lo eslavo era el denominador común. El compositor fue un defensor de los derechos humanos y estuvo próximo a ideales de política izquierdista. Tuvo que sufrir el ascenso de Horthy, en Hungría y soportar el desconocimiento de su música durante la era estalinista. Nunca se sintió del todo cómodo en Estados Unidos, pero pudo investigar parte de las tradiciones culturales de los pueblos croata y serbio, gracias a los fondos de la Universidad de Columbia.



El genial Bartók no tenía fronteras culturales: lo mismo se aproximaba al pueblo eslovaco, que al búlgaro, al argelino o al moldavo. Fue un ciudadano de mundo que vivió de manera cosmopolita y próxima a las raíces culturales.


Para aproximarse al piano de Bartók, lo mejor será hacerse con los registros que Jandó grabó para el sello NAXOS, también Zoltán Kocsis tiene en Philips y en Hungaroton buenas referencias discográficas, tanto como pianista como director de la Orquesta Filarmónica Nacional Húngara. Para el Bartók orquestal, debo destacar algunos de sus representantes: George Solti y la Sinfónica de Chicago (DECCA), Iván Fischer y la Orquesta del Festival de Budapest (Philips) y, mención especial merece la desconocida Danubia Orchestra Óbuda, de Domonkos Héja