martes, 17 de mayo de 2022

El sinfonismo de Brahms según Daniel Harding


Programar alguna de las composiciones orquestales de Johannes Brahms, siempre resulta un acierto y no cabe duda de que la Quinta de las Danzas húngaras se sitúa en la lista de las propinas más interpretadas de las salas de concierto internacionales. Daniel Harding (Oxford, 1975) trajo a la Orquesta de la Radio de Suecia a interpretar las páginas orquestales del compositor de Hamburgo, tanto a Barcelona como a Zaragoza y a Madrid. 

El ciclo de conciertos de La Filarmónica propuso para los pasados días 9 y 10 de mayo, en el Palau de la Música Catalana, la integral de sinfonías brahmsianas. Un día después, en Zaragoza, fueron las impares y el 12 de mayo de 2022 en Madrid sonaron las sinfonías pares, es decir, las números dos y cuatro.

A Harding le gusta la dirección orquestal al mismo nivel que la aviación comercial, hecho este que compagina con su actividad como titular, desde hace quince años, de la Orquesta Sinfónica de la Radio Sueca, con la batuta como invitado de la Sinfónica de Londres y como piloto de Air France. Un verdadero hombre-orquesta que tiene tiempo para todo, desde su convicción y de manera apasionada. Escuché su grabación de hace algunos años de las Sinfonías Tercera y Cuarta, con la Deutsche Kammerphilharmonie de Bremen con un toque historicista. 

Ahora se adentra en el terreno de las masas orquestales, el uso del rubato (aligerando algunos pasajes y creando un efecto dramático y de mayor tensión en otros), con rigor, tendente a una linealidad parecida a la de Simon Rattle (de quien fue asistente) aunque siempre dentro de la corrección y la elegancia. Reconoció hace poco, en una entrevista de La Vanguardia, que la Segunda es la que le hace sentirse más cómodo y no le hace sufrir, como las otras, de puro agotamiento. La luz le transporta a ese amor y la devoción absoluta que sintió Brahms por los Schumann y, concretamente, por Clara.

Curiosamente su visión de la Segunda me gustó algo menos que la de la Cuarta, sonando esa redonda en casi todas las secciones.

La cuerda parece un absoluto motor en pleno rendimiento, afinada y empastada casi a la perfección, las maderas sonaron cálidas pero no deslumbrantes, los metales fueron poderosos pese a algún desliz que quedó minimizado por el conjunto y la percusión tuvo siempre carácter. De la Cuarta, debo destacar el apasionamiento de la cuerda en su Allegro ma non troppo, el precioso pizzicato del Andante moderato y los temperamentales tercer y cuarto tiempos.