Lo que se dio en llamar el Estado checo, lo constituyeron
tres bloques culturales distintos, como fueron Bohemia, Moravia y Eslovaquia.
De la riqueza cultural de estos antiguos pueblos, se hace eco la ciudad de
Praga, a la sombra de un pasado glorioso a nivel cultural y vertiginoso a nivel
político. La cuna de Kafka, Dvorák y Smetana, transcurre en los dos márgenes
del río Moldava (Vltava), como al son de la música del poema sinfónico Mi Patria (Má Vlast).
Tras escuchar a Rafael Kubelik, al frente de su Orquesta
Filarmónica Checa, con sede en el suntuoso Rudolfinum, a poca distancia del
puente de Carlos y dentro del Barrio Judío (Josefov), uno toma conciencia del
estupendo representante que fue Smetana de la música de su país, de la que se
auto-proclamó defensor, en un nuevo giro nacionalista. El vídeo está tomado
al lado de la Plaza de la Ciudad Vieja, frente al Reloj Astronómico.
Animado por el matrimonio Dussek, Mozart visita la ciudad de
Praga un total de cinco ocasiones, atraído por la paz del refugio de sus
amigos: él compositor de prestigio, clavecinista y pianista y ella soprano y,
también, pianista. Allí, apartado del
ritmo de la ciudad, terminó de componer, Wolfgang Amadeus Mozart su famosa
ópera Don Giovanni para que fuera
estrenada en el Teatro de los Estados. Pocos meses después de la muerte de
Mozart, se estrenó allí, también, la Clemenza di Tito, esbozada en Bertramka y
presentada para la coronación de Leopoldo II como Rey de Bohemia.
Antonín Dvorák, nació al norte de Praga y falleció en esta
misma ciudad. Fue el representante del primer nacionalismo checo, que
continuarían Fibich y Smetana posteriormente, en una línea tendente a Wagner.
Suk y Novák seguirían su legado, lleno de maravillosas sinfonías, conciertos,
música sacra y su inolvidable Rusalka. Todo en Dvorák posee un toque tradicional
y un bien estudiado uso de lo popular. Así tenemos, además sus maravillosas
Danzas Eslavas, sus últimas tres Sinfonías, sus deliciosas canciones…
Para los melómanos… Esta es una gran ciudad. Tenéis la Casa
Municipal, desde donde se proclamó la República, una obra de Alfons Mucha que
acoge a orquestas como la Sinfónica de la ciudad y a otros conciertos de corte
más popular. El Rudolfinum, es la magna sede de la Filarmónica Checa, a orillas
del río Moldava con la estatua de Dvorák presidiéndolo, en el Barrio judío.
En Národní Trída, está situado el Teatro Nacional, sede de la Národní Divadlo,
en la zona de Mustek o Muzeum. Tenéis el Statni u Ópera Nacional, que viese al
mismo Mahler y el Teatro de los Estados, acogió los estrenos de Don Giovanni y La Clemenza di Tito.
En Praga uno no se cansa de contemplar monumentos, calles
empedradas y escuchar música. La parte alta, del Castillo, bien se merece un
día, para disfrutar del estilo gótico de muchas iglesias, el barroco tendente
al rococó y la magna Catedral de san Vito y las vidrieras de Alfons Mucha. El
callejón dorado es una joya, en la que Kafka vivió en su número 22 y el poeta
Jan Neruda da nombre a la calle que sube al distrito federal, en donde se ubica la antigua casa
de los reyes bohemios, convertida después de la era del presidente Hável, en
lugar de residencia del Presidente de la República. El templo de Loreto requiere
una visita dada su magnitud e importancia, al igual que el Palacio de los
Príncipes de Lobkowitz, los mecenas de las Artes.
El Modernismo, en su corriente Art Nouveau, tuvo a dos
representantes principales en Chequia: Josef Fanta y Alfons Mucha. La Casa
Municipal, al lado de lo que fuera almacén de pólvora y Torre de acceso a la
ciudad. Si os interesa el Cubismo, existe un Museo con tienda y un fabuloso
café, llamado Grand Café Orient, recuperado tras años de abandono.
Esta fabulosa ciudad de Cafés, en el más amplio sentido de
la palabra, tiene entre sus delicias al Slavia, centro de reuniones de los
sublimes Kafka y Rilke y del añorado
presidente Hável, situado frente al Teatro Nacional que viera a figuras patrias
como Smetana y Dvorák. No os olvidéis
del Savoy o del Louvre.
Desde la estación de metro de Mustek, se puede acceder a la
zona del Museo Nacional, la Plaza de Wenceslao y la Ópera Nacional. Si lo que
se quiere visitar es la Ciudad Vieja, el Rudolfinum y el Barrio Judío,
Starometska sería la parada idónea. Debéis bajaros en Malastranska si lo que os
interesa es la zona alta, del Castillo, desde la iglesia barroca de san
Nicolás, para subir la calle Nerudova y callejear por la sorprendente Iglesia
de Loreto y la Catedral de san Vito.
El recorrido por el Barrio Judío, os llevará a su enorme
cementerio, sus sinagogas (española, Maisel, Pinkas, Alta y Nueva-Vieja).