La Filarmónica de Budapest tiene en Pinchas Steinberg a su sabio
director de orquesta. Nacido en Israel, aprendió el arte del violín a manos de Jascha
Heifetz y su capacidad batuta en mano le ha hecho recorrer medio mundo. Aquí,
en Madrid, le recordamos por su magistral Die Tote Stadt, de Erich Wolfgang
Korngold. Para esta ocasión, Steinberg
recibió la invitación de manos de la Orquesta de Radiotelevisión Española.
La Sinfonía número 104, Londres, de Haydn, comienza con la
orquesta y su redoble de timbal. Suena contundente y, casi, apoteósica.
Después, las cuerdas y maderas dan un toque distendido al que se sumaran los
bronces y el conocido timbal. Estamos ante una de las últimas obras del Padre
del Clasicismo, de quien Wolfgang Amadeus Mozart supo tomar buena nota. Se
repiten algunas ideas y otras se desarrollan, con el optimismo del señor Haydn.
El maestro Steinberg consiguió unificar casi todos los arcos de la RTVE, en un estilo
vienés, refinado y fresco.
El silencio juega un papel clave, como si de una nota más se
tratara. Se va desarrollando algún motivo de carácter popular, al final del
primer tema. Ya en el segundo tiempo, Andante, de una delicadeza extrema, se
percibirá un desarrollo y virtuosismo
que irán a más. La cuerda, en sus diferentes familias, constituye el cuerpo
central de la Sinfonía. Atentos al oboe, a la flauta y al fagot. Parece que
estuviéramos ante un encaje de bolillos. Se repite el final del movimiento, a
modo de contradanza, muy del gusto de Franz Joseph Haydn.
Durante el Finale parece como si se tratara de una reunión campesina
en la que la fiesta imperase. Haydn juega con los ritmos y el uso de los
tiempos. Escalas ascendentes y descendentes tienen lugar en la cuerda, con el
color de la madera y los ataques de los metales y el timbal. Estamos ante un
experto y veterano compositor que hace uso de todas las técnicas.
El propio autor escribe: “Una nueva sinfonía en re, la
duodécima y última de las inglesas.
El auditorio estaba muy satisfecho y yo también. Esta sesión me ha producido
4000 florines. Una cosa así sólo es posible en Inglaterra”.
Haydn y Dvorák tienen en común con Inglaterra sus dos
sinfonías. A la Sinfonía número 8, de
Antonín Dvorák, se la denomina como la Inglesa.
Dvorák posee una capacidad única para hacernos emocionar y bailar a partes
iguales. A Steinberg no se le escapó ningún detalle, resolviendo con elegancia
y con un ritmo enérgico. Siempre tuvo en cuenta el fraseo de la cuerda, la
especial madera bohemia y marcó con rotundidad las entradas de los metales y el
timbal.
Esperemos que venga Pinchas Steinberg más a menudo por el Monumental
madrileño.