viernes, 12 de junio de 2015

Jukka-Pekka Saraste y su Orquesta de la Radio de Colonia


La Orquesta Sinfónica de la Radio de Colonia (WDR), actuó por primera vez para el Ciclo Musical de La Filarmónica en su concierto inaugural, en el año 2012, junto a Jukka-Pekka Saraste. Si entonces interpretaron una imponente Quinta Sinfonía, de Ludwig van Beethoven, ahora hacen escala en Madrid durante su gira española, con la sentida ausencia médica de la violonchelista Natalia Gutman, admirada por Abbado. Gutman ocupó el puesto de primer violonchelo, en la Orquesta del Festival de Lucerna. Para esta velada, un veinteañero carismático y con un futuro muy prometedor, llamado Narek Hakhnazaryan, la sustituiría.



Saraste ha estado vinculado a la actividad musical finlandesa y al pasado, presente y futuro de la cultura no sólo de su país. Ha defendido a la compositora Kaija Saariaho, a Magnus Lindberg y al representativo Jean Sibelius. En su etapa en Oslo, se aproximó al genial Gustav Mahler y en Toronto demostró conocer bien las particularidades de Ígor Stravinski.



Desde el año 2001, el director de orquesta, se sintió acogido por la ciudad de Colonia, que lo eligió titular de su agrupación con sede en la Philharmonie, en la temporada 2010-2011. Acaba de anunciarse que ampliará su contrato hasta la temporada 2018-19. La Orquesta de la Radio de Colonia (WDR), ha tenido entre sus titulares a Gary Bertini (una de las mejores integrales mahlerianas), al correcto y algo olvidado Hans Vonk y al carismático Semyon Bychkov, entre otros muchos. Debo recordar que Otto Klemperer y Günter Wand se subieron a su podio.

A nivel discográfico y la Radio de Colonia, con el apoyo de los sellos germánicos HÄNSSLER y ORFEO, ha registrado las Sinfonías Quinta y Novena, de Gustav Mahler, el Pajaro de fuego y el Scherzo fantástico, de Stravinski, las Sinfonías número 1 y 3, de Johannes Brahms, la Sinfonía para violonchelo y orquesta, de Britten y la Sinfonía concertante, de Prokófiev, con el solista Daniel Müller-Schott.



El Concierto para violonchelo y orquesta, de Antonín Dvorák, estuvo bien estructurado, en manos de Saraste. El director recordaba en algunos momentos al maestro ruso Yuri Temirkanov y en otros a su colega y amigo, Esa-Pekka Salonen. El vigoroso y entregado violonchelista invitado supo aportar un aire nuevo y de cercanía con lo exótico en su versión de la obra, en un continuo ir y venir de diferentes complejidades y demostró una especial destreza en el manejo del arco. El carácter folclórico estuvo bien representado por los instrumentos de madera. Para coronar una visión intrépida del concierto, gratificada por el aplauso del público, nos supo agradecer dicho gesto con la curiosa y dramática, Lamentatio, de Giovanni Sollima, que narra la tragedia del denominado como “Holocausto Armenio” (1915-23), a manos del gobierno otomano.



Lo mejor, a mi modo de entender, estuvo en la interpretación que Saraste y la WDR, dedicaron a la última de las Sinfonías, de Piotr Ílich Chaikovski, la Patética. Como si de una visión general de la vida del compositor se tratara, la Sexta, inicia planteando la orquesta sinfónica desde la madera, seguida de la cuerda y los metales. Va de lo apasionado a lo dramático, ahonda en lo profundo del sentir del compositor, recupera fantasmas y genera nuevos miedos (¿a la muerte?).

El inicio crea una atmósfera que nos llevará al ballet, divinamente representado por el autor, en la Bella durmiente, el Cascanueces o el Lago de los Cisnes. El tercer movimiento, suena triunfalista y anima a cualquier público a aplaudir tras el mismo, dado el nivel marcial y con un estruendo que hizo vibrar la Sala Sinfónica del Auditorio Nacional de Madrid. Para mí, lo que nos hizo realmente llegar al éxtasis, fue su último movimiento, una especie de lamento final, de exhalación que nos lleva a decir Adiós a su compositor. En la última de las frases, los violonchelos y contrabajos mantienen la tensión hasta que los pizzicatos de los instrumentos hacen presagiar que el corazón de Piotr Ílich se apagaba de manera inmediata (¿inducida?).


He de resaltar que la Orquesta de la Radio de Colonia está en una estupenda forma, situándose entre las primeras formaciones de Difusión alemanas.