martes, 12 de noviembre de 2019

La dama del piano Elisabeth Leonskaja en el Círculo de Bellas Artes


El novedoso e interesante Círculo de Cámara trajo el mismo día electoral, 10 de noviembre de 2019, a la pianista georgiana Elisabeth Leonskaja (Tbilisi, 1945), para ofrecernos un impetuoso recital dedicado a tres de sus compositores predilectos: Mozart, Schumann y Schubert.

Leonskaja pertenece a una importante saga de músicos de la era soviética entre los que se incluyen a Emil Gilels, David Oistraj y su compañero artístico y genio del teclado, Sviatoslav Richter, provenientes todos ellos del Conservatorio de Moscú.

El programa se inició con una Sonata de Mozart, la número 6, denominada Dürnitz por estar dedicada al barón Thadeus von Dürnitz (1775). Compuesta al modo haydniano y pareciendo estar escrita en un estilo sencillo y cercano pero que esconde una mayor enjundia y complejidad. La virtuosa Leonskaja ataca desde un sentido estricto de la pulsación y el fraseo que va elevándose a medida que avanza la ejecución. Si en el Allegro me resultó algo desigual y de modo que rozaba siempre un forte o fortíssimo más propios de Beethoven, en el Rondeau en Polonaise-Andante estuvo sensacional y el Tema con variaciones se desarrolló de manera simpática y acentuada.

La segunda de las piezas de la primera parte del recital, los Estudios sinfónicos op.13 (1873) de Robert Schumann, podríamos decir que es una de esas composiciones que sí ubicamos dentro del repertorio de la Leonskaja. Percutiva en todo momento, poseedora de un sentido del ritmo y del fraseo, se fue adentrando en las notas del genial autor, haciendo del piano Steinway un instrumento con las capacidades de una orquesta. Brahms, otro de los autores bien defendidos por Leonskaja y cuyo Concierto para piano y orquesta número 2 con Kurt Masur y la Gewandhaus de Leipzig se encuentra entre mis favoritos, revisó una de las ediciones de estas músicas.

Para la segunda parte del concierto, se  cuenta con Franz Schubert. Alcanzará su autor el sumun artístico con su última Sonata, la número 21 en si bemol mayor (1828). Elisabeth Leonskaja la hace propia desde el principio. Parece toda una vida resumida en una sola obra. Los momentos álgidos y de una mayor nostalgia o pesimismo se funden con maestría. Encontramos reminiscencias mozartianas hacia el final de la obra y una melodía que fluye sin cesar. El mismo autor pensaba dedicar sus tres últimas obras para piano al beethoveniano Hummel.  Robert Schumann describe las composiciones de Schubert como “muy singulares y diferentes las unas de las otras, con una sencillez en la inventiva y con oleadas musicales y melodiosas que fluyen página tras página, interrumpidas aquí y allá por algún remolino más violento, rápidamente calmado”.



Leonskaja se entrega de manera sabia, rigurosa, contundente. Pudieron faltar algo de lirismo y de poesía pero no de energía o carácter.

Con aplausos y bravos finalizó una más que agradable velada, en el marco incomparable creado por el arquitecto Antonio Palacios.