lunes, 13 de mayo de 2019

El Alma de la Madre Rusia con Fedoséiev



La Orquesta Sinfónica de la Radio de Moscú ha sido uno de los emblemas de mayor prestigio de la antigua URSS, desde su creación en 1930. Por ella han pasado directores de la talla de Nikolái Golovánov, Aleksandr Gauk, Gennadi Rozhdéstvenski y su titular, desde los años 70, Vladímir Fedoséiev (1932). Desposeída de su denominación radiofónica tras la disolución del bloque soviético, la ahora Orquesta Sinfónica Chaikovski, vino al Auditorio Nacional de Madrid el pasado 9 de mayo, de la mano del Ciclo de Conciertos de La Filarmónica con un programa íntegramente ruso.

La primera de las obras interpretadas fue el afamado Concierto para piano y orquesta número 1 de Piotr Ílich Chaikovski, un compositor que además de defenderlo magistralmente la agrupación moscovita lleva implícito su apellido. Para la parte solista se contó con un músico muy apreciado y querido por La Filarmónica, como es Alekséi Volodin.



Desde el inicio la orquesta  hizo uso de una cuerda refinada y homogénea, unas maderas equilibradas y unos metales que sonaban a tiempos pasados, con ese punto de fuerza desmesurada y al límite de la afinación. Volodin, desde el teclado, posee una pulsación incisiva y contundente que no deja de lado el sentido melódico del Romanticismo. Estamos ante un heredero de la Escuela Pianística Rusa que toma elementos de Sviatoslav Richter y Emil Gilels, salvando las distancias. He de destacar la presencia de las melodías folclóricas ucranianas, las referencias a Chopin y a la Bella durmiente, del propio Chaikovski, al final de la pieza.  Fedoséiev permaneció atento sin solapar la labor del virtuoso Volodin.

En la segunda parte se contó con otro de los compositores que mejor conocen la orquesta y el maestro Fedoséiev: Dmitri Shostakóvich. La Sinfonía número 5 ocupó la última parte del concierto, en una lectura sensacional, llena de emotividad y de dinamismo. La cuerda plasma el terror de la época estaliniana desde el inicio, en el Moderato, pasa a convertirse en marcial en el Allegreto para pasar al Largo que tanto admiraba Leonard Bernstein y terminar en un estilo similar al de Chaikovski pero sin un atisbo de esperanza, en el Allegro non troppo, a modo de antifrase musical.

Para agradecer la acogida del público con sus sonoros aplausos, el director de orquesta interpretó como propina la Danza Española de El Lago de los Cisnes, de Chaikovski. Un guiño precioso hacia nuestro país ya que opina que tanto Rusia como España “compartimos una misma alma profunda”.

Algunas de mis grabaciones favoritas del Maestro Fedoséiev se pueden encontrar en los sellos Relief, Brilliant y Koch, tanto con esta agrupación como con la Sinfónica de Viena, de la que sigue siendo uno de sus principales directores invitados.