sábado, 27 de abril de 2019

Ashkenazy y la Philharmonia con los rusos




La londinense Orquesta Philharmonia con sede a orillas del Támesis, en el Royal Festival Hall de Southbank, recaló en el Auditorio Nacional madrileño para ofrecernos dos eventos melómanos, los días 24 y 25 de abril. Aquí narraré el primero de ellos, compuesto íntegramente por autores rusos y que no tuvo a su flamante director titular, Esa-Pekka Salonen, en el podio, sino al director laureado, Vladimir Ashkenazy para esta gira.

Ibermúsica, a punto de cumplir los 50 años de existencia en defensa de la mejor Música Clásica y los Ciclos de Grandes Orquestas, estableció un completo programa que comenzó con el Concierto para violín y orquesta de Piotr Ílich Chaikovski, con la interesante y joven violinista estadounidense-coreana, Esther Yoo como solista.

Su Stradivarius “Príncipe Obolensky” de 1704 aportó calidez a la interpretación, dotada de una técnica indudable, un manejo del arco con suma destreza y buenos pasajes de estilo camerístico. Podría decirse que su vigor y delicadeza se mostraron a partes iguales durante toda la ejecución de la obra. La grabación que realizaron estos mismos intérpretes para Deutsche Grammophon, en mayo de 2017, sirve de muestra para lo que escuchamos en la Sala Sinfónica del Auditorio Nacional.



Yukiko Ogura, solista de viola de la Orquesta Philharmonia, acompañó a Esther Yoo con el Pasacalle de Haendel para agradecer la entrega del público y los aplausos recibidos gracias a su manera de entender del Concierto de Chaikovski y su correcto uso del tempo.

Vladimir Ashkenazy ha pasado de ser un imponente pianista a dedicarse casi por completo a la dirección y obtener un lugar más que privilegiado por ello. Para su Chaikovski, hizo brillar la sección de cuerda, equilibrada en todo momento, junto a unas maderas comedidas pero acertadas y un metal vibrante.

La segunda parte se hacía esperar, ya que esa especie de “regalo envenenado póstumo” a la memoria de Stalin que es la Décima Sinfonía de Shostakóvich, iba a ocupar la totalidad de la parte final del concierto.

Comienza dramática y sinuosa, con la cuerda grave marcada y algún atisbo lírico, reflejando la situación de la Madre Rusia, con interesantes entradas de la madera que se irán desarrollando. Es un inicio ambiental. Los pizzicatos suenan progresivamente y no dejan de ser inquietantes. El paisaje es desolador, a veces laberíntico. Las entradas de la solista de fagot fueron dignas de mención.

El segundo movimiento tuvo en la sección de metal a sus grandes aliados, gracias también a un conocedor de la obra como es el Maestro Ashkenazy, que tiene en su haber buenas grabaciones con la Sinfónica de Sydney y la Royal Philharmonic. Si a todo esto le sumamos la entrada de los timbales, tenemos el retrato musical del propio Stalin, en un modo totalmente militar.



Se produce un cambio en el tercer movimiento, con un solo de trompa equilibrado pero de una extremada complejidad. El enlace con los pizzicatos de la cuerda y la entrada de la flauta es mágico y con una solista de corno inglés como la de la Philharmonia, el éxito estaba garantizado.

Para el cuarto de los tiempos, las trompas ya no son las protagonistas del inicio sino las maderas encabezadas por el oboe, la flauta y el fagot. Pasamos del Andante al Allegro, en una progresión que vislumbra uno de los finales más apoteósicos y emocionantes de la obra sinfónica de Dmitri D. Shostakóvich.

Para los 50 Años de Ibermúsica tan bien llevados, se proponen dos ciclos nuevos e interesantes. Zubin Mehta volverá de la mano de la Filarmónica de Israel con Haydn y Berlioz primero y con la Filarmónica de Viena más adelante, interpretando a Brahms y Dvorák. Salonen estará presente con Mahler, Beethoven y Berg junto a su Orquesta Philharmonia, la Nacional Filarmónica Rusa (no confundir con la creada por Pletnev) de Spivakov ofrecerá dos conciertos de tinte eslavo y la Filarmónica de Londres tutelada por Vladimir Jurowski contará con dos solistas del arco de excepción, como son Arabella Steinbacher y Nicola Benedetti, para Britten y Elgar. Volverá Mariss Jansons con el sinfonismo de Bruckner y Chaikovski junto a los de la Radio bávara e Igor Levitt para interpretar los conciertos pianísticos de Prokófiev y Mozart. Muy esperado será el evento de la Sinfónica de Bamberg y su nuevo titular, Jakub Hrusa y dos solistas de lujo como son Julia Fischer y Sol Gabetta, para Dvorák y Elgar.

Simon Rattle, despojado de su titularidad berlinesa vuelve a su tierra para ofrecernos dos conciertos con la Sinfónica de Londres, de tintes modernos, con Bartók, Ligeti y Villalobos pero sin dejar al margen su adorado Mahler.

En los Conciertos Extraordinarios, no debemos olvidarnos de destacar al King’s Consort de Robert King y su deseado Mesias haendeliano, un evento con los Niños Cantores de Viena y temas de inspiración mediterránea y el recital a favor de las becas de Juventudes Musicales de Madrid, con el tenor Juan Diego Flórez.

A disfrutar por mucho tiempo de uno de los Ciclos más dinamizadores de la actividad musical madrileña… Muchas Felicidades.