lunes, 18 de diciembre de 2017

La Orquesta de Cadaqués suena a Marriner




El viernes, 15 de diciembre, visitaron nuestro Auditorio Nacional de Música madrileño la Orquesta de Cadaqués y el Coro Amici Musicae, junto a la joven pianista Beatrice Rana y el director Gianandrea Noseda. El programa parecía hecho a la medida de uno de los impulsores y director principal de la agrupación, el desaparecido y recordado Neville Marriner. En la primera parte se interpretó el poco habitual Noveno Concierto para piano y orquesta mozartiano y la segunda parte de la velada lo ocupó íntegramente el inconcluso Réquiem de Mozart, finalizado por el experto compositor Franz Xaver Süssmayr.

La Orquesta de Cadaqués estuvo invitada por Ibermúsica, quien ya lo venía haciendo desde el 94, poco después de la fundación de la misma (1988), con músicos nacionales e internacionales. Desde el inicio del proyecto, Marriner, Rozhdestvenski y Entremont se subirían a su podio, para después hacerlo el galardonado Gianandrea Noseda (1998) y el excelente flautista y director orquestal Jaime Martín (2011). 

Este programa netamente mozartiano empezó con la carismática y jovial Beatrice Rana, una pianista que emerge en un panorama musical deseoso de nuevas figuras. Para ella, Bach es el todo y recuerda, en su entrevista en el diario El País, la importancia que para ella tuvo la escucha de las Variaciones Goldberg, interpretadas por Glenn Gould al piano, en 1955. Comenta que la música de Mozart la trabaja menos pero sí ha tocado este Concierto para piano y orquesta número 9 de Mozart y le resulta “muy especial por su espíritu innovador y hasta operístico”. La obra fue encargada por la virtuosa francesa Victoire Jeramy, hija del bailarín Jean-George Novarre y amigo de Wolfgang Amadeus. 

Desde el comienzo, la pieza suena revolucionaria en manos de Beatrice Rana, en la que Mozart destaca el uso del piano desde el inicio, recordándonos mucho a su maestro Haydn. Todo fluye en manos de la orquesta y se compenetra de manera natural con la solista, resultando endiablado por momentos en su Allegro. El segundo de los movimientos, Andantino, representa un movimiento reflexivo y cumbre (escrito en modo menor) para dar lugar a un Rondó precipitado y casi imposible de llevarse a cabo, dado lo vertiginoso del mismo. Mozart transmite su pasión por la vida.

Para complementar estas líneas, escucho de nuevo una de mis versiones favoritas, grabada en el Festival de Salzburgo, el 6 de agosto de 1958, con la Orquesta Concertgebouw de Ámsterdam, el director musical George Szell y el pianista Rudolf Firkusný (SONY). 



Una de las lecturas que del Réquiem mozartiano existen como referentes absolutos fue la realizada para el sello DECCA, por Neville Marriner y su amada Academy y Coro (con László Heltay) de St Martin in the fields. Para los solistas vocales se contó con la soprano Ileana Cotrubas, la contralto Helen Watts, el tenor Robert Tear y el bajo John Shirley-Quirk. Haciendo acto de presencia el difunto y querido Marriner, Noseda supo tratar los tiempos y las dinámicas de su visión del Réquiem, con un homogéneo reparto vocal, capitaneado por las voces femeninas de Christina Poulitsi y Katarina Bradic y secundadas por las intervenciones masculinas de Steve Davislim y Tommi Hakala. El Coro Amici Musicae de Zaragoza creado en 1989 en la Escuela Municipal de Música, supo imprimir carácter y estilo.