Interesante fue el concierto ofrecido el domingo 24 de abril
de 2016, a cargo de la OCNE, acompañados por la directora oriental, Xian Zhang,
nombrada responsable musical de la Orquesta Sinfónica de Nueva Jersey y que
lleva ocupando los podios de agrupaciones tan señeras como la Sinfónica de
Milán y la Orquesta de la BBC de Gales. La briosa y temperamental artista, se
subió al escenario madrileño con tres partituras de gran personalidad, como son
la Marcha eslava y el Concierto para violín y orquesta, de
Chaikovski (con el soberbio Ray Chen) y la Misa
Glagolítica, de Leos Janácek, con un equilibrado plantel de voces solistas,
nuestro cada vez más cuidado Coro Nacional y el valor añadido del grandioso
órgano de la Sala Sinfónica.
Siempre que escucho una nueva
versión de la Marcha eslava, de Piotr
Ílich Chaikovski, me retrotrae a una grabación de la que guardo un especial
cariño, como es la que efectuara el siempre añorado Claudio Abbado, en su etapa
al frente de la Sinfónica de Chicago. La progresión ascendente de esta obra y
marcada en diferentes escenas o episodios, la hace tremendamente gráfica y
puede ser complementaria de la Obertura
1812, de un carácter épico y nacionalista, a mayor honra del Zar.
En el Museo Glinka, se conserva
la partitura original de esta Marcha serbio-rusa sobre temas folclóricos
eslavos, que comienza con las cuerdas graves y se va posicionando hacia los
instrumentos de sonido agudo, al inequívoco ritmo de los metales y el
tempestuoso uso de la percusión. Todo fluyó voluminoso con un especial ímpetu
en el sabor belicoso de la obra. Preciosa acentuación de la madera, tan cálida
y representativa de la obra de Chaikovski. La directora invitada desplegó su
potencial energético en el podio.
El poder rítmico de la partitura nos sitúa
frente al anticipo de lo que vendrá en llamarse la Guerra de Oriente
(1875-1878), que declaran los serbios al Imperio Otomano, con la ayuda de los
rusos. Como escribe el Comité Internacional de Cruz Roja: “Tras el
debilitamiento del imperio otomano, se desarrollan los movimientos
nacionalistas en las provincias cristianas de los Balcanes. En agosto de 1875,
estalla la insurrección en Herzegovina y, posteriormente, en Bosnia y Bulgaria.
Una sangrienta represión ocasiona el éxodo de las poblaciones cristianas hacia
las regiones de Montenegro y Serbia. En junio de 1876, estos dos principados
declaran la guerra al Imperio Otomano. Ya en otoño sus ejércitos son vencidos.
Pero Rusia, aliada de Montenegro y de Serbia, tras haberse asegurado de la
neutralidad de Austria-Hungría, envía sus tropas a los Balcanes, el 13 de abril
de 1877. Los enfrentamientos tienen lugar en el Cáucaso y en los Balcanes; las
tropas otomanas son derrotadas en los dos frentes y el Imperio Otomano pide el
armisticio el 31 de enero de 1878”.
Ray Chen es uno de los
violinistas más talentosos del momento, perteneciente al selecto grupo de
“protegidos” por el maestro Yehudi Menuhin, del que se conmemora una centuria
del aniversario de su cumpleaños, que tuvo lugar el 22 de abril de 1916. De
hecho, Chen, interpretó junto a la Orquesta Philharmonia, de Londres, el Concierto para violín y orquesta, de
Brahms, en el evento de apertura del Concurso Menuhin, en el Royal Festival
Hall.
Para interpretar el sobradamente
famoso Concierto para violín y orquesta,
de Chaikovski, Chen utilizó su Stradivarius Joachim, de 1715, perteneciente al
virtuoso y compositor húngaro amigo de Brahms y de los Schumann, Joseph
Joachim. Posee este joven talentoso una técnica impecable, un fraseo clarísimo
y una delicadeza que hace suspirar en cada pasaje.
Los primeros violines dan paso al
solista, en un Allegro Moderato que desemboca en la encantadora Canzonetta y
concluye con el descomunal Allegro Vivacissimo.
Tuvo el detalle de ofrecernos una valiosa propina: la Gavotta en
rondeau, de la Partita número tres,
de Johann Sebastian Bach.
Para el sello Sony, Chen ha
grabado varios conciertos de Mozart, apoyado por Christoph Eschenbach y la
Orquesta del Festival de Schleswig
Holstein, un disco denominado “Virtuoso”, con diversas composiciones para
violín y piano y los Conciertos para violín y orquesta, de Mendelssohn y
Chaikovski, junto a la Orquesta Sinfónica de la Radio Sueca, liderada por el
británico Daniel Harding.
En la segunda parte del concierto, se optó por la Misa Glagolítica, de Leos Janácek, una impactante obra que parece
una cantata victoriosa para elogiar el principio de la lengua checa y que se
compuso en la etapa final de vida de su autor, consta de ocho números y se dan
cita la gran agrupación sinfónica, un coro amplio y mixto, cuatro voces
solistas (soprano, tenor, mezzosoprano y barítono) y órgano, en uno de los
movimientos como instrumento solista.
Janácek
hereda el lenguaje de Dvorák y aunque en idea vuelve a los inicios de la
civilización, le otorga una melodía y una rítmica actuales. Le llevó casi
veinte años concluir tan magna composición. Aquí, el elenco vocal quedó
representado con corrección por Susanne Bernhard (soprano), Charlotte Hellekant
(mezzosoprano), Michael König (tenor) y Derek Welton (barítono). Por fin
podemos disfrutar del maravilloso órgano de la Sala Sinfónica del Auditorio
Nacional, bajo la atenta tutela de Daniel Oyarzabal.