martes, 26 de abril de 2016

Programa eslavo en la temporada de la Orquesta y Coro Nacionales


Interesante fue el concierto ofrecido el domingo 24 de abril de 2016, a cargo de la OCNE, acompañados por la directora oriental, Xian Zhang, nombrada responsable musical de la Orquesta Sinfónica de Nueva Jersey y que lleva ocupando los podios de agrupaciones tan señeras como la Sinfónica de Milán y la Orquesta de la BBC de Gales. La briosa y temperamental artista, se subió al escenario madrileño con tres partituras de gran personalidad, como son la Marcha eslava y el Concierto para violín y orquesta, de Chaikovski (con el soberbio Ray Chen) y la Misa Glagolítica, de Leos Janácek, con un equilibrado plantel de voces solistas, nuestro cada vez más cuidado Coro Nacional y el valor añadido del grandioso órgano de la Sala Sinfónica.

Siempre que escucho una nueva versión de la Marcha eslava, de Piotr Ílich Chaikovski, me retrotrae a una grabación de la que guardo un especial cariño, como es la que efectuara el siempre añorado Claudio Abbado, en su etapa al frente de la Sinfónica de Chicago. La progresión ascendente de esta obra y marcada en diferentes escenas o episodios, la hace tremendamente gráfica y puede ser complementaria de la Obertura 1812, de un carácter épico y nacionalista, a mayor honra del Zar.



En el Museo Glinka, se conserva la partitura original de esta Marcha serbio-rusa sobre temas folclóricos eslavos, que comienza con las cuerdas graves y se va posicionando hacia los instrumentos de sonido agudo, al inequívoco ritmo de los metales y el tempestuoso uso de la percusión. Todo fluyó voluminoso con un especial ímpetu en el sabor belicoso de la obra. Preciosa acentuación de la madera, tan cálida y representativa de la obra de Chaikovski. La directora invitada desplegó su potencial energético en el podio.

 El poder rítmico de la partitura nos sitúa frente al anticipo de lo que vendrá en llamarse la Guerra de Oriente (1875-1878), que declaran los serbios al Imperio Otomano, con la ayuda de los rusos. Como escribe el Comité Internacional de Cruz Roja: “Tras el debilitamiento del imperio otomano, se desarrollan los movimientos nacionalistas en las provincias cristianas de los Balcanes. En agosto de 1875, estalla la insurrección en Herzegovina y, posteriormente, en Bosnia y Bulgaria. Una sangrienta represión ocasiona el éxodo de las poblaciones cristianas hacia las regiones de Montenegro y Serbia. En junio de 1876, estos dos principados declaran la guerra al Imperio Otomano. Ya en otoño sus ejércitos son vencidos. Pero Rusia, aliada de Montenegro y de Serbia, tras haberse asegurado de la neutralidad de Austria-Hungría, envía sus tropas a los Balcanes, el 13 de abril de 1877. Los enfrentamientos tienen lugar en el Cáucaso y en los Balcanes; las tropas otomanas son derrotadas en los dos frentes y el Imperio Otomano pide el armisticio el 31 de enero de 1878”.

Ray Chen es uno de los violinistas más talentosos del momento, perteneciente al selecto grupo de “protegidos” por el maestro Yehudi Menuhin, del que se conmemora una centuria del aniversario de su cumpleaños, que tuvo lugar el 22 de abril de 1916. De hecho, Chen, interpretó junto a la Orquesta Philharmonia, de Londres, el Concierto para violín y orquesta, de Brahms, en el evento de apertura del Concurso Menuhin, en el Royal Festival Hall.

Para interpretar el sobradamente famoso Concierto para violín y orquesta, de Chaikovski, Chen utilizó su Stradivarius Joachim, de 1715, perteneciente al virtuoso y compositor húngaro amigo de Brahms y de los Schumann, Joseph Joachim. Posee este joven talentoso una técnica impecable, un fraseo clarísimo y una delicadeza que hace suspirar en cada pasaje.
Los primeros violines dan paso al solista, en un Allegro Moderato que desemboca en la encantadora Canzonetta y concluye con el descomunal Allegro Vivacissimo.  Tuvo el detalle de ofrecernos una valiosa propina: la Gavotta en rondeau, de la Partita número tres, de Johann Sebastian Bach.


Para el sello Sony, Chen ha grabado varios conciertos de Mozart, apoyado por Christoph Eschenbach y la Orquesta del Festival de Schleswig Holstein, un disco denominado “Virtuoso”, con diversas composiciones para violín y piano y los Conciertos para violín y orquesta, de Mendelssohn y Chaikovski, junto a la Orquesta Sinfónica de la Radio Sueca, liderada por el británico Daniel Harding.


En la segunda parte del concierto, se optó por la Misa Glagolítica, de Leos Janácek, una impactante obra que parece una cantata victoriosa para elogiar el principio de la lengua checa y que se compuso en la etapa final de vida de su autor, consta de ocho números y se dan cita la gran agrupación sinfónica, un coro amplio y mixto, cuatro voces solistas (soprano, tenor, mezzosoprano y barítono) y órgano, en uno de los movimientos como instrumento solista.


Janácek hereda el lenguaje de Dvorák y aunque en idea vuelve a los inicios de la civilización, le otorga una melodía y una rítmica actuales. Le llevó casi veinte años concluir tan magna composición. Aquí, el elenco vocal quedó representado con corrección por Susanne Bernhard (soprano), Charlotte Hellekant (mezzosoprano), Michael König (tenor) y Derek Welton (barítono). Por fin podemos disfrutar del maravilloso órgano de la Sala Sinfónica del Auditorio Nacional, bajo la atenta tutela de Daniel Oyarzabal.