La afamada y prestigiosa Orquesta del Concertgebouw de Ámsterdam, situada en la Museumkwartier, frente al Rijksmuseum y el Stedelijkmuseum, vino de la mano de Ibermúsica de su gira alemana, para recalar en Madrid, con el director de origen ruso, Semyon Bychkov y el pianista, Jean-Yves Thibaudet. El programa planteado, incluiría el Concierto número 5, denominado Emperador, de Ludwig van Beethoven y, en la segunda parte, Richard Strauss la ocuparía por completo, con su poema sinfónico, Una vida de héroe.
Al empezar el evento, una notificación desde la megafonía
avisaba de la indisposición del pianista invitado, Thibaudet, para quedar
sustituido por el español en progresión internacional, Javier Perianes, cuyo
trabajo junto al Cuarteto Quiroga acababa de interpretarse en la Sala de Cámara
del mismo Auditorio Nacional, algunos días atrás.
Perianes afronta cada partitura como si se desprendiese de
una parte de sí mismo, con una sensibilidad y un detalle únicos, con una
especial claridad para el repertorio romántico y una meticulosa pulsación para
cada frase musical.
Si bien, su Beethoven va adquiriendo el cuerpo y el carácter
que lo definen, en Perianes hay siempre un lado especialmente lírico. Su visión
del Emperador resaltó por su estilo,
con una interesante medida del tiempo y un desarrollo bien delimitado. Perianes
ya ha demostrado que posee una sabiduría aplastante para interpretar las Sonatas para piano, de Beethoven. Ahora,
también sumamos su visión técnica de cómo hacer que Beethoven no sólo suene
martilleante sino bello.
La Orquesta del Concertgebouw posee un sonido rotundo,
asentado desde la época de Mengelberg, para afrontar los pentagramas del genio
maduro de Bonn, en este último concierto para piano, el número 5.
Para la segunda parte se contó con un poema sinfónico de
Richard Strauss, el llamado Una vida de
héroe. En una representación del mismo compositor, que sonaba exuberante en
manos de Bychkov. El concertino, Vesko Eschkenazy, desató el Romanticismo impreso en la obra,
acariciado por la madera y con dosis de agresividad acentuada por la percusión
y el metal. Las sordinas aportan ese carácter rotundo pero ácido que posee la
pieza.
Bychkov se entregó a fondo en las luchas internas de la
obra, que no deja de ser la trayectoria vital de su autor. Al mismo nivel de suntuosidad
que Don Juan, pero con un desarrollo
mayor estructurado en seis cuadros.
El director de orquesta ya dirigió esta composición en
Colonia, con la que fuera su Orquesta, la Sinfónica de la WDR, en una
fantástica toma de enero de 2001, junto a la ayuda de su concertino, Kyoko
Shikata, Además, también igualmente memorables fueron sus lecturas de El Caballero de la Rosa, de Salzburgo,
en 2004 y cuando Renée Fleming le acompañó en su interpretación de Daphne, un año después.