Han sido duros los últimos años del afamado director ruso Valeri Gergiev y, máxime, cuando se le ha acusado de estar vinculado al régimen de Putin y de no haber logrado cubrir las expectativas sonoras de la Sinfónica de Londres, de la que ha sido director principal hasta su partida, en octubre de 2015, tras diez años subido a su podio, en el Barbican Centre, de la City.
Muchas de sus versiones ofrecidas en la sede oficial de la
orquesta han sido catalogadas como “desagradables” y “vulgares”, por la prensa
local. A pesar de todo ello, el sello propio de la agrupación (LSO), le otorgó
gran número de sinfonías de Gustav Mahler, realizó un sensacional ciclo
Prokófiev, qué duda cabe que sus lecturas de Chaikovski han sido de
referencia y que ha sabido captar la
esencia de Brahms y Szymanowski.
Tras el fallecimiento del maestro Lorin Maazel, Gergiev deja
a la Sinfónica de Londres en manos del saliente de la Filarmónica de Berlín, el
británico sir Simon Rattle, para asumir el control de la Filarmónica de Múnich
de Maazel, con sede en Gasteig.
Para los dos conciertos madrileños de Gergiev, los
muniqueses y el ruso programaron dos apetecibles conciertos. Para el primero de
ellos, Berlioz y su Sinfonía Fantástica,
Debussy y El Preludio a la fiesta de un
fauno y Shostakóvich y el Segundo de sus Conciertos para violín y orquesta, con Janine Jansen. Para el segundo de ellos, se
programó el Preludio al Acto primero,
del Lohengrin, de Wagner, seguido por
el Poema del éxtasis, de Scriabin y
concluido con especial dedicación, por la Patética,
de Chaikovski.
Asistí al segundo de los conciertos con la ilusión de
escuchar esa confluencia de caracteres en apariencia tan contrapuestos como la
orquesta bávara, que tuvo a Kempe y a Celibidache en su podio, con el estilo a
veces algo duro y rígido del ruso, quizás un poco falto de poesía.
A finales de los noventa, Gergiev se puso a conducir las
complejidades de Wagner con su Parsifal, encabezado por Plácido Domingo,
Urmana, Salminen y Netrebko, ha seguido con La Valquiria y ha seguido con El
Oro del Rin. Para este Preludio al Acto primero, del Lohengrin, de Richard
Wagner, Gergiev se apoya en los muniqueses, galardonados con el peso de la
buena fama que les otorgan muchas de las grabaciones y conciertos con obras del
protegido del rey Ludwig. El sonido aterciopelado se hacía notar en más de una
ocasión, con el flujo de las diferentes tensiones instrumentales en un continuo
ascender y descender de las notas. ¿Hubo sutileza? Bastante, aunque algo
comedida.
Del 30 de octubre de 2015 data una de las últimas
grabaciones que Gergiev realizó con la Sinfónica de Londres, registrando las Sinfonías números 3 y 4, de Scriabin. El Poema del éxtasis, no es otra que la
que ostenta la cuarta posición, a modo de “programa filosófico”. Puntualiza
Gergiev sobre el autor: "Scriabin es un gran compositor
ruso, un compositor con su propia voz, que escribe desde su propio mundo. En este
compositor destacan muchas sonoridades y su habilidad para crear diferentes
colores era legendaria. El autor sería identificado en nuestros días como alguien
capaz de crear un maravilloso mundo de sonidos musicales y nosotros formamos
parte de él. Nos sentimos impresionados por sus ideas y su poder orquestal”.
Desde el principio estuvimos seducidos
por esa atmósfera tan similar en Debussy y Stravinski. El concertino hizo su
entrada, le siguieron las maderas y la trompeta. La obra se sostiene en un
equilibrio en el que los elementos recurrentes van a más. Parece una obra
cíclica, pero pronto descubriremos su maestría y su embriagadora carga
orquestal y de ritmos.
Vibrantes estuvieron tanto las
secciones de metal como algunas de las maderas y una cuerda sin igual. Bravo al
concertino de la Filarmónica de Múnich.
Para la segunda parte, Gergiev y los
filarmónicos muniqueses nos tenían preparado una lectura tremendamente
emocional de la Patética, de Chaikovski. Tanto en esta biográfica sinfonía como
en la anterior composición de Scriabin, uno se da cuenta del valor de los silencios
en la partitura, en la Música.
Inicia el fagot con un pequeño
incidente en la afinación, le secunda la cuerda que sirve para plasmarnos el
escenario dramático. Se percibe el frío del invierno, de la noche y el recuerdo
nostálgico de la niñez. Chaikovski está presente en cada movimiento. La flauta
y la cuerda coquetean en la sucesión del Adagio
y el Allegro ma non troppo, del
primer movimiento.
Tras las últimas notas del clarinete,
irrumpen los timbales ferozmente, en un tempo endiablado, desencadenando en los
metales. Parece como una lucha interior del propio Chaikovski, entre arcos
ascendentes y descendentes. El tema inicial del primer movimiento vuelve a
tener un toque optimista.
La sensualidad del antepenúltimo
movimiento, nos hace pensar en el ballet, tan amado por su autor, como si de
una escena del Bolshói moscovita se tratara. Podemos pensar en un paseo en
trineo, también. Suena bucólico, con una visión optimista de la vida. Los
pizzicatos acentúan la acción. Chaikovski el triunfalista hace de este su
movimiento, pese a la duda perenne, a modo de cuerda.
Gergiev destapa su furor con el
penúltimo de los tiempos, un Allegro molto
vivace, con forma de Scherzo que
termina a modo de marcha. Muchos de los asistentes piensan que la Sinfonía
termina en este instante, al concluir el tema, pero Chaikovski quiere
¿despedirse de todos nosotros?, con el lamento final a modo de Réquiem que es
su Adagio lamentoso. Modest, su hermano menor, le otorga a la Sexta el sobretítulo de Patética… Como ustedes saben, la
Filarmónica de Múnich estuvo dirigida por Sergiu Celibidache, un maestro
esencial para entender la lectura que del final hicieron Gergiev y los suyos
emulando las indicaciones del director de orquesta rumano, cuidando el detalle,
los tiempos, las pulsaciones de la cuerda y ese corazón que se apaga en forma
de violonchelos y contrabajos…
Chaikovski parece saber que se acercaba su fin,
un final premeditado por una época y unos dirigentes incapaces de considerar al
genial músico. ¿Fue realmente obligado a ingerir un veneno que daría conclusión
a su vida? Existen muchas teorías al respecto pero, lo más importante, es que su
Música perdurará para siempre.