martes, 9 de febrero de 2010

El renovado y mahleriano sonido de Bamberg


La Orquesta Sinfónica de Bamberg nos visitó tras haber sido aclamada en el Midem o por revistas de la categoría de Grammophone. Un violinista me comentaba la historia de la agrupación, que tuvo como residencia la ciudad de Praga y que, tiempo después, gracias al apoyo de la orden religiosa local, establecieron su residencia en la ciudad bávara. Tras años junto a Joseph Keilberth, Horst Stein, Claus Peter Flor o Frank Beermann, tiene al enérgico y talentoso Jonathan Nott como su titular.


El británico conoce las voces humanas e instrumentales como pocos, ya que compartió junto al tenor Simon Keenlyside años de estudio, en el Royal Northern College of Music.También conoce la coqueta Ópera de Fráncfort, así como la Sinfónica de Lucerna. La música contemporánea le interesa, y mucho, como quedó claro en el "proyecto Ligeti", junto a la Filarmónica de Berlín. Se vinculó además al Ensemble Intercontemporain de Boulez.


Comenté la integral sinfónica schubertiana de Nott, en el sello suizo TUDOR que les viene respaldando desde su subida al podio de Bamberg. La impresión global fue más que positiva, notaba esa renovación en un fraseo fluido, de tempos agilizados y un manejo trepidante de la orquestación. Un trompeta me dijo que la impresión que le causaba el maestro era notable, aunque "notaba que su lectura de Mahler resultaba más rápida de lo habitual". La orquesta se ha reinventado a sí misma y ha creado un sonido propio, muy propicio para Mahler y su sinfonismo. Nott siente Mahler al máximo nivel, buscando el rigor y creando un sonido cantábile y de contrastes.


A España vino con las Primera y Quintas Sinfonías. En Madrid, su "Titán" resultó veloz, sin Blumine ni trompas en estado de gracia. Por el contrario, la cuerda sonaba en bloque con una precisión y rotundidad absolutas. Las maderas, con ese característico color germánico, se ensamblaban a los cordófonos y las trompetas estuvieron afinadas elegantemente.
Jonathan Kramer la resume, diciendo que "la inocencia de los primeros dos movimientos y la parodia de la marcha fúnebre son dejadas atrás por un final poderoso, siniestro y dramático".
Uno recordaba las excelentes lecturas que habían dado hace no demasiado tiempo directores como Norrington y Luisi.

Chopin y su conmemorativo piano cumplen un bicentenario. Dejan Lazic se movía como un mecánico de la tecla, con una destreza acentuada al máximo. El primer movimiento contó con algún desajuste proveniente del cuarteto de trompas y la Romanza destacó por el excelente fagot. El trazo de la cuerda aportaba lirismo, ese mismo que añade Nott a las partituras.

Aunque no lo crea, el número uno fue escrito después del Segundo Concierto. Constituye una de esas piezas de virtuosismo absoluto, resulta ser una de las piezas clave del Romanticismo y podría resultar excesívamente almibarada. Chopin va más allá de los tiempos, de su Polonia natal y de los exhibicionismos al piano. Emociona y jamás deja a medias. Nott orquestó sin entorpecer el quehacer del soberbio Lazic. Dirigía como un mago que crea notas y pareciera que las acariciaba con su mano izquierda, recogiéndolas, sujetándolas y elevándolas.

Me comentaba orgulloso que con la grabación de la Novena mahleriana, cierra el ciclo sinfónico.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¡Pena perderme el concierto!
Ahora, si ha terminado el ciclo sinfónico que lo empiece de nuenvo,¿no?
Por otra parte, recuerdo que Jaroussky viene, vieneeee!!!!!!!!!!
Un fuerte abrazo
Acqua Durmanov