domingo, 24 de enero de 2010

Beethoven atrapado por el alma húngara del Takács



Hace ya unos cuantos añitos pude compartir conocimientos y ensayos musicales, durante las clases magistrales impartidas por el violonchelista húngaro János Starker, en Basilea (Suiza). A estas, se sumarían otras experiencias gratificantes y de relevancia musical, junto a mis amigos alumnos de Daniel Grosgurin (respaldado por Fournier), en el Conservatorio Superior de Ginebra. Entre idas y venidas por los pasillos del edificio anexo al Teatro de la Ópera, me dijeron: "¿Sabes quién es?". Yo, confuso, respondí con una negación.

No se trataba de otro que del fundador del Cuarteto Takács y predilecto del prodigioso Nathan Milstein, Gábor Takács-Nagy.

Suele tener fama entre los músicos de jugar al despiste musical, de hacer malabares con el arco y "equivocarse" a propósito. Cosas de genios, ya saben. Pues bien, el Cuarteto fundado por él mismo en 1975 vino a nuestro Auditorio, de la mano de la Fundación Caja Madrid, con dos jornadas beethovenianas. Takács decidió quedarse en Ginebra en los noventa y ya sólo dos de los miembros del conjunto son húngaros: Károly Schranz (segundo violín) y András Féjer (violonchelo). La viola es americana y el primer violín resulta ser un británico.

El "Friso" de la Novena Sinfonía, dedicado por Gustav Klimt al músico de Bonn, en el Edificio de la Secesión vienesa, servía de portada al programa de mano. El segundo de los conciertos ofrecidos por el Takács, al que asistí, iniciaba con el opus 18 número 3. Magnífica intrepretación del segundo movimiento, en manos del violonchelo. Aún percibimos los ecos haydnianos. "Asombra hasta qué punto la escritura es desde el primer momento homogénea en cuanto al comportamiento de los cuatro instrumentos, una verdadera escritura de cuarteto que rehusa la hegemonía de un instrumento prioritario", reflexiona la experta Brigitte Massin.

Ya el número 2 del opus 59 nos remite al sonido que llegará a desarrollar Franz Schubert, intimista a la par que rotundo. "Es necesario tocar esta pieza con mucho recogimiento", comenta Beethoven. Otro compositor alumno del de la Heróica, Czerny, habla de "una meditación en el Molto Adagio sobre la armonía de las esferas ante el cielo estrellado, en el silencio de la noche...". Fabuloso el tema de inspiración rusa, a lo Músorgski o a lo Rimski-Kórsakov.

Finalizaron con el Cuarteto en mi bemol mayor, op.127, en un perfecto arranque de los trazos cordófonos del primer movimiento. Al ataque le acompañaba el sonido ondulante. La recuperación y desarrollo de los temas resulta de una madurez creadora culminante. "Beethoven trabaja en el gozo de su delirio y en el delirio de su gozo", escribió un amigo suyo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Querido Jaime Arroyo, que verdad en tus palabras y que suerte tenemos al encontrar a alguien que por vocación nos ilustra altruistamente!! Quienes serán esos amigos de Suiza... jajaja Pues si, como bien dices en tu articulo el maestro Takacs juega al "despistado". Aun siendo un genio tiene la cabeza muy bien en su sitio, pero bueno uno es mas interesante haciendose el genio despistado y bohemio jajaja. Lastima que no hubieras venido un año antes y haber disfrutado de las masterclass del otro genio Húngaro miklos perenyi en el conservatorio de Ginebra.
Cuando sera tu proximo viaje?? Sera a Londres para hablar de un festival de música iberoamericana organizado por tu amigo de Suiza?
Mucha suerte en tus proximos escritos