martes, 9 de diciembre de 2008

Una Flauta Mágica con esencias de Colonia (22-11-08)


En la Offenbachplatz se erige la Ópera de Colonia, en la plaza con el apellido del compositor más famoso de la ciudad junto a Max Bruch. A un lado del coliseo podemos observar la sede de la marca de agua que toma el nombre de la ciudad, me refiero a 4711, cuya fórmula magistral aún no ha sido desvelada a lo largo de los siglos. La música, concretamente la ópera, y el aroma se enlazan a orillas del Rin.
Lleno casi absoluto ante una Flauta Mágica de contrastes, aportaciones interesantes y recurrencias varias. El negro y el blanco sirven de contexto para elaborar un cinematográfico vestuario, definiendo las fuerzas del bien y del mal. Los juegos de iluminación producían del escaso decorado un elemento coreográfico, haciendo de cada parte un cuadro único. Por momentos recordaba a una película de la UFA, como si de una apología de “Nosferatu” se tratara. No faltaron momentos de fuegos y elementos artificiosos, que ayudabaron al desarrollo de la obra.
El director Enrico Delamboye condujo una Orquesta Gürzenich y un Coro de la Ópera entregados que siguieron con soltura el fluir de la partitura.
Destacables el Tamino de Hauke Möller, el simpático Papageno de Gerardo Garciacano y la graciosa Papagena de Csilla Csövári. El aria de la Dama de la Noche quedó algo chirriante, aunque Katharina Leyhe dotará de toda su bravura la intervención.
Una interesante adaptación que concluyó con el vibrante y animoso coro, desde el lateral izquierdo de la pasarela que conduce al escenario. Agridulce escenografía que ensambló a la perfección el mundo de las luces y las sombras

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