A orillas del mar Caspio, en la capital azerbaiyana (Bakú) nació Kara Karaiev. Hijo de un profesor de medicina y una talentosa pianista amante de la poesía, estudió en su ciudad natal y se marchó al Conservatorio de Moscú. "La música tradicional es mi lenguaje nativo", decía. Rico en sonido orquestal, apoyado en la raigambre popular y tendente a emular a su admirado Prokófiev, así era Karaiev. Su lectura favorita, "Don Quijote", de Miguel de Cervantes, que dejó musicada cual melodía descriptiva, sin caer en españolismos excesivos ni tópicos ridículos. En el nuevo trabajo de Iablonski y la Filarmónica Rusa (NAXOS), queda constancia de la calidad compositiva de este eslabón perdido de la etapa soviética. Haría de su "Tercera Sinfonía" un emblema del serialismo en cuatro movimientos, primordialmente allegros. Con el Romeo y Julieta de la era de la hoz y el martillo, "Leila y Mejnun", finaliza un trabajo redondo.
sábado, 13 de diciembre de 2008
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