martes, 8 de mayo de 2018

La Gewandhaus de Leipzig pone el broche dorado a la temporada de Ibermúsica



El Ciclo de Conciertos de Ibermúsica cerró su temporada 2017-2018 con dos conciertos de la Orquesta Gewandhaus de Leipzig, la agrupación sinfónica que cumple 275 años en activo y que tiene al letón Andris Nelsons como nuevo director titular.

Nelsons ha demostrado su enorme capacidad musical en los podios de la Ciudad de Birmingham, Sinfónica de Boston y ahora, en la agrupación que conoció a Bach, en Leipzig y que tuvo a directores de la talla de Mendelssohn, Nikisch, Masur, Blomstedt y Chailly entre sus maestros.

Para el primero de los eventos, se programó un concierto netamente romántico, incluyendo las dos últimas composiciones de dos autores, como son el Concierto para piano y orquesta de Beethoven (Quinto, Emperador) y la Cuarta Sinfonía de Brahms.

Cuando escuché por primera vez las interpretaciones de los cinco Conciertos para piano y orquesta de Beethoven, con Yefim Bronfman y la Tonhalle de Zúrich a cargo de David Zinman creí que aquella combinación perfecta entre rudeza en el ataque y lirismo en el discurso no era posible. Hace poco, escuchando a Bronfman en una matiné de la Orquesta Filarmónica de Viena en el Musikverein, interpretando el Segundo Concierto de Bartók y el Tercer Concierto de Beethoven, me di cuenta de nuevo de que por imposible que pareciera aquella versatilidad era real. Ahora, con Ibermúsica de embajadores, Bronfman viene con el Emperador beethoveniano.  Todo fluye de manera natural, con una pulsación clara y de precisión inaudita. Nelsons le secunda, atento. Ante la fabulosa acogida del público asistente, Bronfman supo agradecérselo con dos propinas: una de Schumann y otra de Prokófiev.

Si la Gewandhaus llegó a estrenar las sinfonía de Beethoven en vida del autor de Bonn, no menos importantes son sus referencias brahmsianas, teniendo en cuenta las versiones de Masur, Chailly y Blomstedt, Konwitschny o Abendroth. Para la Cuarta Sinfonía, se ocupó la segunda parte del primero de los conciertos, tomando como referencia la idea del tempo y recordando, a veces, la manera en la que el director de orquesta Carlos Kleiber se acercaba a esta composición.

Para la primera parte del segundo de los conciertos, Thomas Larcher presentó composición de encargo de la Gewandhaus, a modo de obra sinfónica, al estilo de una sinfonía de corta duración en la que dieran cita diferentes intensidades, componentes y estructuras. Chiasma cuenta con el piano como instrumento participante, ya que el autor fue alumno de Elisabeth Leonskaja y nos pudiera recordar algunas veces a las obras de compositores atonales clásicos.

Acto seguido, Mozart se impuso con su tarareable inicio de la Sinfonía número 40. En el Andante la agrupación alemana hizo gala de su categoría, ensamblando todos los componentes y desembocando en los dos movimientos finales, de graciosa factura y a los cuales Nelsons acentuaba en gestos circulares y puntuales.

Pese a la falta de concentración de gran parte del público asistente, lo mejor estaba por venir de la mano de Chaikovski y su célebre Sinfonía número 6 “Patética”. Además, Andris Nelsons tiene una soberbia lectura de la misma en el sello discográfico Orfeo, con la Orquesta Sinfónica de la Ciudad de Birmingham. Desde el inicio del Adagio, el tema a cargo del fagot derivó en la orquesta que fue cobrando importancia. Cada instrumentista se iba enlazando en una sintonía perfecta. La cuerda estaba en consonancia con el pasado reciente, en el que Karl Suske era el concertino y que ahora tiene a su hijo Conrad  en el primer atril. El concertino Sebastian Breuninger llevaba el ritmo en todo momento, animando a los suyos. La tradición ortodoxa que retoma Chaikovski, continúa con un tema a modo de ballet y va concluyendo en una marcha que no hace concluir la obra sino que hace un final en teoría apoteósico para acabar terminando con un movimiento a modo de Réquiem. Nelsons mantuvo en alto la batuta, unos segundos, como parte de la partitura y como respeto por el autor y su obra. Una sinfonía cargada de fuerza, brillante y que nos deja suspirando. El tiempo parece como si se hubiera detenido…



Atentos a la próxima temporada de Ibermúsica, en la que escucharemos nuevamente al pianista Yefim Bronfman, vendrán la Filarmónica de Luxemburgo de Gustavo Gimeno, tendremos a la Sinfónica de Londres con Jaime Martín y Nikolái Znaider, Antoni Wit dirigirá a la Orquesta de Cadaqués y a Ray Chen, la Filarmónica de Hamburgo estará presente con Kent Nagano y Veronilka Eberle, Chailly traerá a la Scala de Milán, Vasili Petrenko vendrá con los filarmónicos de Oslo y Juanjo Mena y Javier Perianes se aliarán con los filarmónicos londinenses, el mahleriano Jonathan Nott acudirá con la Joven Orquesta Gustav Mahler… La Philharmonia de Londres acudirá con Askhenazy y Jurowski aparecerá junto a la del Siglo de las Luces y Nelsons repetirá… No os olvidéis que la violinista Anne-Sophie Mutter volverá a estar con nosotros.