(Serguéi Prokófiev, Dmitri Shostakóvich y Áram Jachaturián, de izquierda a derecha) |
El reconocido director de orquesta ovetense, Pablo González,
comienza la temporada de conciertos del Teatro Monumental, con dos compositores
que le son bastante familiares y que entiende como propios: Serguéi Prokófiev y
Dmitri Shostakóvich. Buen empiece como director titular y asesor artístico de la Orquesta y Coro de la agrupación de RTVE (12 de octubre de 2019).
Con el Concierto para
piano y orquesta número 2, Prokófiev se muestra pleno en sus capacidades
compositivas, haciendo uso del ritmo y de la paleta orquestal, luciendo a su
solista del teclado, con una extensa y compleja cadenza, situada en el primer movimiento y ocupando casi la mitad
de su duración. Nikolái Demidenko inició el tiempo melódico y fue creciéndose,
sabiendo resolverlo de manera rotunda y temperamental. Los metales de la RTVE
fueron equilibrados por González en todo momento y dieron muestras de su
capacidad. Las cuerdas suspendidas, sonaron empastadas y misteriosas.
Las semicorcheas inundan el segundo movimiento, a modo de
tocata, en un brillante Scherzo, rítmicamente perfecto para dar paso, en el
tercero de los tiempos, a un Intermezzo en el que las cuerdas graves denotan
una aparente seriedad y de peso industrial para resaltar, después, la ironía al
piano. También aplica Prokófiev aquí algunas melodías de tipo orientalizante,
como sucede en el primer movimiento. La taciturna cadenza del último movimiento se define meditativa, en este caso,
para ir creciendo más y más en su agilidad, con una sección de violonchelos
brillantemente conjuntada y unas enérgicas notas del conjunto orquestal, en un
despliegue total de medios.
Tras la pausa y una educativa e ilustrativa explicación del
maestro Pablo González sobre la Quinta
Sinfonía de Dmitri Shostakóvich, las cuerdas atacan en el Moderato. La
intensidad es variable e irrumpen las maderas en esos claroscuros, creando
González diversas atmósferas, en una lectura al detalle. Genial fue la entrada
de la estupenda concertino y la celesta.
En el segundo movimiento, entran las cuerdas graves y la
humorística entrada del clarinete al que se suman las maderas. ¿Es acaso un
vals con Stalin o una mordaz crítica al Stalinismo y al sufrimiento de la
población en aquellos momentos? Las marchas marciales (militares) resuenan
circenses en Shostakóvich, ridiculizando al dictador. Fue la contestación tras
la Cuarta Sinfonía y su ópera Lady Macbeth, ya que se le acusaba de
no cumplir con los cánones del Socialismo. Esta obra fue aplaudida y no
criticada. Shostakóvich cumplió a medias su mandato, para enmascarar una mordaz
crítica al poder absoluto.
El tercer tiempo suena a Réquiem por las víctimas de las
persecuciones y purgas en los gulags, con una labor encomiable de las cuerdas.
Desató su tensión y pulso resolviendo en un último cuarto movimiento,
aparentemente festivo, con una percusión y trompas imponentes. Faltó algo de
fluidez en su apoteósico final, ilustrando de manera algo hollywoodiense y sin
las dudas finales que plantea el autor pero con un uso del rubato
interesante, poco antes de la conclusión.