La Orquesta Sinfónica
de la Radio de Moscú ha sido uno de los emblemas de mayor prestigio de la
antigua URSS, desde su creación en 1930. Por ella han pasado directores de
la talla de Nikolái Golovánov, Aleksandr Gauk, Gennadi Rozhdéstvenski y su
titular, desde los años 70, Vladímir Fedoséiev (1932). Desposeída de su
denominación radiofónica tras la disolución del bloque soviético, la ahora Orquesta
Sinfónica Chaikovski, vino al Auditorio Nacional de Madrid el pasado 9 de mayo,
de la mano del Ciclo de Conciertos de La Filarmónica con un programa
íntegramente ruso.
La primera de las
obras interpretadas fue el afamado Concierto
para piano y orquesta número 1 de Piotr Ílich Chaikovski, un compositor
que además de defenderlo magistralmente la agrupación moscovita lleva implícito
su apellido. Para la parte solista se contó con un músico muy apreciado y
querido por La Filarmónica, como es Alekséi Volodin.
Desde el inicio la
orquesta hizo uso de una cuerda refinada
y homogénea, unas maderas equilibradas y unos metales que sonaban a tiempos
pasados, con ese punto de fuerza desmesurada y al límite de la afinación.
Volodin, desde el teclado, posee una pulsación incisiva y contundente que no
deja de lado el sentido melódico del Romanticismo. Estamos ante un heredero de
la Escuela Pianística Rusa que toma elementos de Sviatoslav Richter y Emil
Gilels, salvando las distancias. He de destacar la presencia de las melodías
folclóricas ucranianas, las referencias a Chopin y a la Bella durmiente, del propio Chaikovski, al final de la pieza. Fedoséiev permaneció atento sin solapar la
labor del virtuoso Volodin.
En la segunda parte
se contó con otro de los compositores que mejor conocen la orquesta y el
maestro Fedoséiev: Dmitri Shostakóvich. La Sinfonía número 5 ocupó la última parte del concierto, en una
lectura sensacional, llena de emotividad y de dinamismo. La cuerda plasma el
terror de la época estaliniana desde el inicio, en el Moderato, pasa a
convertirse en marcial en el Allegreto para pasar al Largo que tanto admiraba Leonard
Bernstein y terminar en un estilo similar al de Chaikovski pero sin un atisbo
de esperanza, en el Allegro non troppo, a modo de antifrase musical.
Para agradecer la
acogida del público con sus sonoros aplausos, el director de orquesta
interpretó como propina la Danza Española
de El Lago de los Cisnes, de
Chaikovski. Un guiño precioso hacia nuestro país ya que opina que tanto
Rusia como España “compartimos una misma alma profunda”.
Algunas de mis
grabaciones favoritas del Maestro Fedoséiev se pueden encontrar en los sellos
Relief, Brilliant y Koch, tanto con esta agrupación como con la Sinfónica
de Viena, de la que sigue siendo uno de sus principales directores invitados.