La londinense Orquesta Philharmonia
con sede a orillas del Támesis, en el Royal Festival
Hall de Southbank, recaló en el Auditorio Nacional madrileño para ofrecernos
dos eventos melómanos, los días 24 y 25 de abril. Aquí narraré el primero de
ellos, compuesto íntegramente por autores rusos y que no tuvo a su flamante
director titular, Esa-Pekka Salonen, en el podio, sino al director laureado,
Vladimir Ashkenazy para esta gira.
Ibermúsica, a punto de cumplir los 50
años de existencia en defensa de la mejor Música Clásica y los Ciclos de
Grandes Orquestas,
estableció un completo programa que comenzó con el Concierto para violín y orquesta de Piotr Ílich Chaikovski, con la
interesante y joven violinista estadounidense-coreana, Esther Yoo como solista.
Su Stradivarius “Príncipe Obolensky”
de 1704 aportó calidez a la interpretación, dotada de una técnica indudable, un manejo del arco
con suma destreza y buenos pasajes de estilo camerístico. Podría decirse que su
vigor y delicadeza se mostraron a partes iguales durante toda la ejecución de
la obra. La grabación que realizaron estos mismos intérpretes para Deutsche
Grammophon, en mayo de 2017, sirve de muestra para lo que escuchamos en la Sala
Sinfónica del Auditorio Nacional.
Yukiko Ogura, solista de viola de la
Orquesta Philharmonia, acompañó a Esther Yoo con el Pasacalle de Haendel para agradecer la entrega del público y los aplausos recibidos gracias a
su manera de entender del Concierto
de Chaikovski y su correcto uso del tempo.
Vladimir Ashkenazy ha pasado de ser
un imponente pianista a dedicarse casi por completo a la dirección y obtener un
lugar más que privilegiado por ello. Para su Chaikovski, hizo brillar la sección de cuerda,
equilibrada en todo momento, junto a unas maderas comedidas pero acertadas y un
metal vibrante.
La segunda parte se hacía esperar, ya
que esa especie de “regalo envenenado póstumo” a la memoria de Stalin que es la Décima Sinfonía de Shostakóvich, iba a ocupar la totalidad de la parte
final del concierto.
Comienza dramática y sinuosa, con la
cuerda grave marcada y algún atisbo lírico, reflejando la situación de la Madre
Rusia, con
interesantes entradas de la madera que se irán desarrollando. Es un inicio
ambiental. Los pizzicatos suenan progresivamente y no dejan de ser
inquietantes. El paisaje es desolador, a veces laberíntico. Las entradas de la
solista de fagot fueron dignas de mención.
El segundo movimiento tuvo en la
sección de metal a sus grandes aliados, gracias también a un conocedor de la
obra como es el Maestro Ashkenazy, que tiene en su haber buenas grabaciones con la Sinfónica
de Sydney y la Royal Philharmonic. Si a todo esto le sumamos la entrada de los
timbales, tenemos el retrato musical del propio Stalin, en un modo totalmente
militar.
Se produce un cambio en el tercer
movimiento, con un solo de trompa equilibrado pero de una extremada
complejidad. El
enlace con los pizzicatos de la cuerda y la entrada de la flauta es mágico y
con una solista de corno inglés como la de la Philharmonia, el éxito estaba
garantizado.
Para el cuarto de los tiempos, las
trompas ya no son las protagonistas del inicio sino las maderas encabezadas por
el oboe, la flauta y el fagot. Pasamos del Andante al Allegro, en una progresión que
vislumbra uno de los finales más apoteósicos y emocionantes de la obra
sinfónica de Dmitri D. Shostakóvich.
Para los 50 Años de Ibermúsica tan
bien llevados, se proponen dos ciclos nuevos e interesantes. Zubin Mehta volverá de la mano de la
Filarmónica de Israel con Haydn y Berlioz primero y con la Filarmónica de Viena
más adelante, interpretando a Brahms y Dvorák. Salonen estará presente con
Mahler, Beethoven y Berg junto a su Orquesta Philharmonia, la Nacional
Filarmónica Rusa (no confundir con la creada por Pletnev) de Spivakov ofrecerá
dos conciertos de tinte eslavo y la Filarmónica de Londres tutelada por
Vladimir Jurowski contará con dos solistas del arco de excepción, como son
Arabella Steinbacher y Nicola Benedetti, para Britten y Elgar. Volverá Mariss
Jansons con el sinfonismo de Bruckner y Chaikovski junto a los de la Radio
bávara e Igor Levitt para interpretar los conciertos pianísticos de Prokófiev y
Mozart. Muy esperado será el evento de la Sinfónica de Bamberg y su nuevo
titular, Jakub Hrusa y dos solistas de lujo como son Julia Fischer y Sol
Gabetta, para Dvorák y Elgar.
Simon Rattle, despojado de su
titularidad berlinesa vuelve a su tierra para ofrecernos dos conciertos con la
Sinfónica de Londres, de tintes modernos, con Bartók, Ligeti y Villalobos pero sin dejar al
margen su adorado Mahler.
En los Conciertos Extraordinarios, no
debemos olvidarnos de destacar al King’s Consort de Robert King y su deseado Mesias haendeliano, un evento con los Niños
Cantores de Viena y temas de inspiración mediterránea y el recital a favor de
las becas de Juventudes Musicales de Madrid, con el tenor Juan Diego Flórez.
A disfrutar por mucho tiempo de uno
de los Ciclos más dinamizadores de la actividad musical madrileña… Muchas
Felicidades.