lunes, 28 de septiembre de 2015

El Londres de los Proms (II)


Siempre es un placer tener la oportunidad de volver a Londres y, máxime, si se acude al famoso festival de música clásica de los BBC Proms. Durante la última semana de dicho evento londinense, a las puertas de Hyde Park y flanqueado por la exuberante escultura del príncipe Alberto, se dieron cita, este 2015, varios encuentros de suma importancia, como las visitas dobles de las Filarmóncas de San Petersburgo y de Viena, con Yuri Temirkanov para la primera y Semyon Bychkov y Simon Rattle, para la segunda. Marin Alsop sería por segunda vez, la directora encargada de cerrar este ciclo veraniego de postín.

El imponente Royal Albert Hall acogió cada noche un lleno absoluto (tiene aforo para más de 8000 personas), con el sonido de los vítores desde la Arena y con una consigna al inicio de cada concierto, informando de la asombrosa colecta de fondos para los músicos en apuros, gracias al público melómano.

Yuri Temirkanov posee unas dotes innatas para la musicalidad, el fraseo y la poesía. Logra con su manera de dirigir, sin batuta, unas cotas de plasticidad y de perfección que rozan la  dramaturgia. El director pincela cada trazo orquestal, perfila los diferentes pasajes y los redondea. Logra el maestro Temirkanov una concentración y respeto por la música, absolutamente proverbiales.
El primero de los conciertos de los filarmónicos de San Petersburgo, empezó con Chaikovski y Francesca da Rimini, siguió con el Segundo de los Conciertos para piano y orquesta, de Rajmáninov (gracias a la entrega de Luganski) y concluyó con el poema magistral de temática orientalizante, Sherezade, de Rimski-Kórsakov.



Recuerda el metal de la Orquesta Filarmónica de San Petersburgo al de la antigua agrupación de Leningrado, nos hace rememorar al escuchado en la época de la URSS, la madera suena cálida y la cuerda estuvo muy bien equilibrada, en manos del concertino, Lev Klichkov.

Para el siguiente concierto, también con la agrupación liderada por Temirkanov, se contó con una flamante pero algo comedida a nivel expresivo, Julia Fischer (virtuosa de la tecla y del arco), para interpretar el famoso Concierto para violín y orquesta, de Piotr Ilich Chaikovski. Quedó precedida esta pieza de repertorio por La Leyenda de la Ciudad Invisible de Kitezh, de Rimski-Kórsakov, que viene a ser como un Preludio introductorio al Parsifal wagneriano pero en clave rusa.  
Julia Fischer ofreció como propina uno de los Caprichos de Paganini, ante un público atento y muy agradecido.

Muchos de los aficionados habituales a los Proms estaban impacientes por escuchar, durante la segunda parte, la versión que Temirkanov y los suyos tenían preparada para los asistentes, de las Variaciones Enigma, de Elgar. “Resulta curioso y gratificante que un músico ruso aborde esta obra”, me comentó uno de ellos. El órgano del Royal Albert Hall aportó un mayor ímpetu a esta especia de autobiografía de Edward Elgar.
Temirkanov destacó la sensibilidad de la obra, llegando con fuerza al portentoso final, colosalmente interpretado, haciendo honor a la música del Imperio británico.



La Filarmónica de Viena estaba invitada en dos ocasiones, una con Bychkov al frente, para interpretar a Johannes Brahms y al tan olvidado Franz Schmidt. Sabíamos de la capacidad de Bychkov para hacer frente a los pentagramas sinfónicos del compositor de Hamburgo, a través de sus lecturas en Colonia, cuando estuvo al frente de la Orquesta Radio de la ciudad (WDR). Aquí vino con un punto más a su favor, gracias a la refinada cuerda de los austríacos.
Preciosa y cuidada lectura de la Tercera Sinfonía, de Brahms, una de mis favoritas.

La Segunda Sinfonía, de Franz Schmidt, se interpretó tras el intervalo, siendo la primera vez que se tocaba en los Proms. A Bychkov es un autor que le pega, que le resulta muy interesante como buen mahleriano que es y que recuerda en muchas ocasiones también a Bruckner. Los bloques sonoros resultaron vibrantes en manos de la orquesta y de su director invitado. A veces recordaba a un británico, del nivel de Elgar o Vaughan Williams.




En este viaje no sólo he podido disfrutar de la Música, sino también de sus parques (Green, St. James y Hyde, entre otros), de la Casa-museo de sir John Soane, de la sede de los freemasons, del número 221b de Baker Street de Shelock Holmes y Watson, de las tiendas de Oxford, Bond Street y sus alrededores, de la descomunal National Gallery, en Trafalgar Square, y del lujoso Buckingham Palace, de la preciosa zona de Covent Garden con su Ópera Real, que nos hace pensar en Audrey Hepburn, de la City y Strand… El Támesis ofrece un precioso paisaje y uno sucumbe después de mucho caminar ante la internacional gastronomía que se da cita en Londres…