sábado, 29 de noviembre de 2008

Mis recomendaciones discográficas navideñas






Ya respiramos Navidad, así que nada mejor que hacerlo con la música del gran barroquista alemán, Johann Sebastian Bach. Del "Oratorio de Navidad" podrán encontrar un sin fin de opciones, pero estén muy atentos. Aunque les propongo dos, regidas por dos expertos de primerísima fila como son Jacobs y Harnoncourt, Suzuki y el Colegium Bach de Japón hacen maravillas (BIS) y el Harnoncourt de TELDEC sigue estando entre las notables opciones. La apuesta de HARMONIA MUNDI, constituye un formato de exquisita elaboración. En lo vocal, destacan Dorothea Röschmann y Andreas Scholl, el coro es de diez (RIAS Kammerchor) y la orquesta (Akademie für Alte Musik) y el director (René Jacobs), merecerían capítulos enteros. Por su parte, Harnoncourt, cuenta con su agrupación vienesa (Concentus Musicus Wien), en la que interviene su esposa, Alice. Aquí, en su andadura en el sello DHM, con una calidad de SACD, revisa su propia visión del cantor de Leipzig, con unas voces interesantes en las que destacan Bernarda Fink y la versátil Christine Schäfer.

Gérard Mortier en el Teatro Real de Madrid


El próximo día 4 de diciembre se presentará ante los medios de prensa el nuevo Director Artístico del Teatro Real madrileño, el belga Gérard Mortier. A los aficionados les sonará este nombre, ya que ocupó desde 1981 hasta 1992 el cargo de Director del Teatro de La Monnaie de Bruselas y dotó de una visión rupturista al Festival de Salzburgo (1992-2001). Siempre se ha sentido atraído por las nuevas corrientes compositivas y por arriesgadas puestas de escena. En la industrializada región del Ruhr, creó un festival innovador y trienal, sucedió a Hugues Gall en la Ópera de París y, recientemente, se le vinculaba al continente americano y a la ciudad de Nueva York.

Nuevos tiempos para el Real, con un camino prometedor ya iniciado por Antonio Moral. Esperemos que el sello Mortier se haga notar y europeice un sendero aún por trabajar, con apuestas de interés e innovaciones acordes con la divulgación y no con sólo con la intelectualización del arte. Suponemos que entre los nuevos inquilinos del templo operístico se encontrará Sylvain Cambreling. Bienvenido a Madrid

viernes, 28 de noviembre de 2008

Jóvenes aunque sobradamente cualificados



Ayer el Auditorio Nacional acogía a la Orquesta Sinfónica Juvenil del Homenaje al Sistema de Orquestas de Venezuela. Juventudes Musicales apostó por este conjunto, nutrido por jóvenes hispano parlantes (en su mayoría venezolanos), españoles y norteamericanos. La Joven Orquesta Nacional constituía la práctica totalidad del conjunto, engrosado por miembros de la New World Symphony y dos nombres que significan en sí mismos el nivel magistral de las enseñanzas iniciadas por el Maestro José Antonio Abreu: Fran di Polo (concertino y miembro fundador de la Orquesta Simón Bolívar) y Alejandro Alberto Carreño (concertino de la Orquesta Simón Bolívar y miembro de la Orquesta del Festival de Lucerna). Ellos son el futuro de la música, de la pasión por este arte. Es un deber de todos hacer llegar la música a cualquier rincón del planeta, eliminando clichés o falsos y arcaicos prejuicios.


Empezó su director, el talentoso Pablo Mielgo, con Brahms y el apasionado “Primer Concierto”. El volumen orquestal quedaba por momentos excesivamente disminuido, dando pie a una mejor escucha del representante pianístico de nuestro país: Javier Perianes. Técnico, melancólico y virtuoso serían tres de los adjetivos que resumirían su lectura. Buen sonido grupal, con algún fallo de fraseo. Sonido beethoveniano, uso incisivo el metal, ensamblada y vibrante la cuerda, leves fallos de la madera y reverberante percusión.


En Chaikovski y la mediana de su último trío sinfónico, la “Quinta”, el fraseo se relentizó para enfatizar ese lenguaje exultantemente romántico a la vez que patriótico y marcadamente ruso. La cuerda fue adoptando un ritmo cada vez más veloz, con un espléndido -repito- metal. Llegaron al forte hacia el final de la partitura, en el penúltimo movimiento. El apasionamiento juvenil se percibe en su manera de posicionarse, y eso repercute en la escucha. En todo momento el gestual Mielgo daba muestras de ello. La sala estaba inundada en música. Son momentos como este los que emocionan. Aquí se demuestra que el mayor ha de pararse a escuchar al joven, porque así como nuestra juventud parece sumida en el caos absoluto también rebosa de talentosas y prometedoras figuras. Quédense con estos apellidos: Perianes y Mielgo.


Bonito concierto-homenaje que llegará hasta el Carnegie Hall neoyorquino.

jueves, 27 de noviembre de 2008

Mi recomendación discográfica del día

HAYDN / CONCIERTOS PARA PIANO Y ORQUESTA Nº 3, 4, 9Y 11 / SEBASTIAN KNAUER (PIANO) /ORQUESTA DE CÁMARA DE COLONIA /HELMUT MÜLLER-BRÜHL / NAXOS


Sencillamente espectacular y a un precio aún mejor. Los Conciertos haydnianos nº 3, 4, 9 y 11 quedan ejemplarmente servidos por la Orquesta de Cámara de Colonia, con Müller-Brühl y un deslumbrante solista: Sebastian Knauer. Intensas lecturas con un espectacular "Rondó", en la cuarta de las obras para piano y agrupación orquestal. El sonido merece un lugar a destacar. Ya saben, caviar a precio de palomitas.

lunes, 17 de noviembre de 2008

Dúo americano de titanes


La Orquesta Nacional de España se viste con barras y estrellas para recibir al virtuoso del arco Joshua Bell y al maestro de la batuta Leonard Slatkin. Walton hará acto de presencia con la "Batalla" de "Henry V" y Corigliano, por su parte, mostrará su cinematográfica habilidad compositiva, con su "Concierto para violín y orquesta" ("El violín rojo").
Estos días 21, 22 y 23 de noviembre sonará, para redondear tan novedoso y bien conducido repertorio, la "Séptima" de Beethoven.
Recomiendo que escuchen el trabajo discográfico Bell-Norrington (SONY-BMG), así como la Edición Leroy Anderson que Slatkin viene realizando, en NAXOS

domingo, 16 de noviembre de 2008

Sir Roger Norrington, sublime y fiel al original






Cuando un experto afronta la tarea de dirigir una orquesta de radiodifusión alemana, como la de Stuttgart, tras las eras Celibidache, Marriner o Gelmetti, tiene que poder aportar algo de aire fresco. Un maestro como sir Roger Norrington, que proviene de la música antigua, de haber creado grupos sobresalientes como los London Classical Players, los London Baroque Players o el Coro Schütz, parte desde el punto de vista del análisis metódico y sistemático de la música. Norrington sabe que el arte orquesta no lo constituyen notas aisladas en un pentagrama, sino que la historia de la pieza y la posible interpretación pueden tener mucho que decirnos. Los aspectos de interpretación histórica, el empleo de últimas ediciones de las obras o el uso de la plantilla orquestal que cada compositor desearía, son algunas de las claves que Norrington considera esenciales. La posición alemana de la agrupación (primeros y segundos violines enfrente unos de otros, con trompas y trompetas, y contrabajos en un segundo plano), la articulación de los arcos de cada período y el uso del "tempo" adecuado nos aproximan a esa época. El sonido resulta dinamizado, fresco, rejuvenecido con el uso mínimo del vibrato, pese a que tan polémica decisión le haya llevado a acaloradas divisiones de opinión. Norrington lo deja claro: "No creo en el vibrato continuo".
Resulta un apropiadísimo traductor de Franz Joseph Haydn, reconocida en su magistral contribución a la Haendel and Haydn Society (de la que Hogwood también es miembro). La Sinfonía nº103 "Redoble de timbal" nos paralizó en las butacas del Auditorio. Cada instrumento de la Orquesta de la Radio de Stuttgart sonaba a otras épocas, pero con un sentido del ritmo y del color inusuales. La sala vibraba ante una pieza que se podría enlazar con la "Militar", que destellaba alegría y optimismo por doquier y atrapaba al oyente. La cuerda, acrobática por momentos, definía un sonido camerístico de corte galante, para descubrir el vigoroso sonido de la percusión (como no cabría de otra manera con este sobrenombre) y el exacto e incisivo sonido aerófono. Sin respiración nos dejó el director británico. Las muestras de complicidad eran evidentes entre el maestro y los profesores de la orquesta, la comunicación fluía no sólo en lo musical. El público agradecía la simpatía del inglés. cuando se giraba hacia los asistentes, sonriente, alabando la acústica de la sala.
Si Haydn, el padre de la sinfonía y de la música de cámara, nos había dejado boquiabiertos, con Mahler y su "Titán" costaría enumerar la cantidad de matices a destacar. Cada instrumento sonaba como solista, virtuoso en cada nota, en cada frase musical. Como decía un amigo director de orquesta: "Es la primera vez que siento vibrar el Auditorio Nacional de Música". Emotivo fragmento el que entona el contrabajo en la marcha fúnebre infantil, excelente aportación la de "Blumine" (desechada por Mahler, al considerarla carente de calidad y de contexto), brillante unión del penúltimo y último movimientos en un desenfreno de medios instrumentales. Cada pequeña partícula sonora era perceptible, perfecta sincronía, los elementos de la naturaleza hechos música, potencial sonoro y un sólo pero: que Mahler no estuviera allí para escucharlo. Bravo, bravo y, mil veces, bravo.


Si les interesa esta labor de investigación sonora del maestro Norrington, les aconsejo que adquieran algunos de sus trabajos en el sello VIRGIN y, más recientemente, en HÄNSSLER.

miércoles, 12 de noviembre de 2008

Purcell, Telemann y Haendel, con La Risonanza


Dentro del Liceo de Cámara, de la Fundación Caja Madrid, acudirán a la Sala de Cámara del Auditorio Nacional madrileño el conjunto historicista La Risonanza, con la soprano Roberta Invernizzi. Gracias al sello GLOSSA, hemos redescubierto el repertorio sacro haendeliano con este grupo italiano, conducido desde el clave por Fabio Bonizzoni. Las cantatas del alemán nacionalizado británico recuperan su estado de gracia.


Sin desmerecer, ni mucho menos, la música camerística de Purcell y de Telemann , creo que sólo por escuchar a Haendel ya les merecerá la pena asistir, mañana 13 de noviembre

Kissin: veloz e intenso


"¿Cuándo fue la última vez que escuchaste a Kissin?", me pregunta un conocido. "En los Proms londinenses de 2005, con un apoteósico Concierto nº1 de Shostakóvich, la Sinfónica de la BBC y Andrew Davis", le contesto. "Yo recuerdo hace mucho tiempo a un joven Kissin interpretando Beethoven junto a sir George Solti", me comenta. Lo cierto es que Evgueni Kissin no visitaba Madrid desde hace tres años y su público se lo hizo notar hasta la última nota.


La poderosa e incisiva mano izquierda contrastaba con su danzarina mano derecha, dando muestras de su temperamento en su visión de Prokófiev. Las familias de los Capulescos y los Montescos bailaron al son de las teclas, en este ballet formidable llamado, alegóricamente, "Romeo y Julieta".
Una de las piezas más logradas de Serguéi constituye la "Sonata nº8", de apariencia siniestra entre sus contrastadas ornamenturas. Se aprecian las diabluras de la partitura en las manos de su interlocutor. Los torbellinos sonoros se resuelven sin aparentes complicaciones por el genial Kissin.


Chopin da paso a la segunda parte del programa. La delicadeza y el romanticismo están a flor de piel. Un apasionado y frenético pianista abordó "Tres Mazurcas" y "Ocho Estudios" con algún que otro atropello. A pesar de esto, la sensualidad, belleza y suntuosidad de estas músicas permanecieron perfectamente acentuadas, a una magistral velocidad.
Las escalas ascendentes y descendentes no encontraban pausa, fluyendo desenfrenadamente.


El público, agradecido, premió con múltiples y repetidos aplausos un trabajo bien hecho.



lunes, 10 de noviembre de 2008

Estén atentos a lo que se avecina en el Auditorio Nacional...




Mañana, día 11 de noviembre, el pianista Evgueni Kissin visitará el madrileño Auditorio Nacional de Música de la mano de Ibermúsica. Viene con un repertorio que le es muy suyo, como resultan las obras de Prokófiev y Chopin. El eternamente joven de pelo "afro" sigue constituyendo ese bastión de la escuela pianística rusa, heredero de la virtuosística tradición del teclado. Las tres "Mazurkas" y los ocho "Estudios", de Chopin, compartirán cartel con la versión pianística del ballet "Romeo y Julieta" y la "Sonata nº8", del señor Serguéi. Si desean adquirir alguna de las maravillas de Kissin interpretando al compositor polaco, el sello RCA editó un CD fabuloso desde el suizo Festival de Verbier. Por su parte, EMI registró junto al octogenario sir Colin Davis y la Sinfónica londinense unas espectaculares lecturas mozartianas (el número 24, para ser exacto) y del Concierto de Schumann.

El jueves 13, dentro de los ciclos de Juventudes Musicales de Madrid, nada menos que Marta Argerich y Mischa Maisky darán rienda suelta a esa complicidad traducida en música. El lenguaje sonoro que se establecerá entre ambos irá desde Beethoven y Grieg hasta Shostakóvich y Messiaen. Larga e intensa velada que incluirá esa maravilla de variaciones beethovenianas sobre temas mozartianos de "La flauta mágica". La melancolía llegará con Grieg y su opus 36, para finalizar con el desgarrador y realista lenguaje de Shostakóvich y Messiaen, y sus visiones del pasado siglo XX. Dos artistas irreemplazables unidos en Madrid.


La guinda al pastel la pondrán el sábado 15 sir Roger Norrington y la Orquesta Sinfónica de la Radio de Stuttgart, que se acercan a Madrid con el Ciclo de la Universidad Autónoma. Aviso para mahlerianos, ya que abordará la "Titán". Esperemos resplandecer de gozo en los asientos del Auditorio Nacional, tras la versión de Luisi y la Staatskapelle de Dresde. Ofrecerá Haydn ("El redoble del timbal"), que le es más próximo, aunque esperemos notar un enfoque historicista también en Mahler. El controvertido director británico fundador de los London Classical Players puede tener mucho que decir no sólo con el "padre de la sinfonía". Ya saben que ocupa un cargo de honor en la Haendel and Haydn Society, al igual que mi admirado Hogwood. Seguramente incluirá "Blumine", en la Primera de Mahler. La polémica estará servida



Preparen sus oídos y disfruten...

lunes, 3 de noviembre de 2008

Una quincena musical a orillas del Cantábrico


La última y prometedora semana de la 69 Quincena Musical Donostiarra acogió interesantes obras servidas por agrupaciones en estado de gloria, como la SWR de Baden- Baden y Freiburg (con Cambreling) y unos programas Messiaen que rinden homenaje a este gigante de la composición más reciente o el encumbrado sucesor de Plasson en Toulouse, Tugan Sojiev.


La Orquesta Sinfónica de Euskadi, que abrió la segunda parte de este maravilloso festival en el “cubo” de Moneo (el Kursaal, claro está), parece haber encontrado en Andréi Boreiko al sucesor natural de batutas como las de Cristian Mandeal y Gilbert Varga. En la línea de los grandes maestros de la batuta rusos, Boreiko destacó por sus vibrantes lecturas de Rajmáninov (Concierto nº2 para piano y orquesta) y por unos estelares “Planetas”, de Holst. Boreiko dotó de precisión a la cuerda, hizo del metal un bloque sonoro y resaltó el contundente papel vocal de la Coral Andra Mari. El soberbio nivel técnico alcanzado por Perianes en Rajmáninov carecía en algunas frases del sentimiento necesario para afrontarlo que, resultando elegante y virtuoso, cayó en lo estrictamente técnico sonando a veces metálico. El Auditorio Kursaal, repito, vibró con “Los Planetas”. La Sinfónica de Euskadi va teniendo un sonido característico y sólido digno de las mejores formaciones.


En Chaikovski la ópera “Iolanta” (1892), según el drama “La hija de René” de Henrik Hertz, tiene un carácter autobiográfico. Resumiendo, podríamos decir que los mensajes finales serían que el amor da fuerza para ver y que el conocimiento de la verdad lleva a la curación. Esta última ópera tiende a la parábola y se ubica en la Provenza del siglo XV, tendiendo a un poema musical dramático. El estilo de esta obra en un acto se aproxima al de las italianas “Cavalleria rusticana” o “Pagliacci”.
Un Coro Easo en plena forma se vio acompasado por las primorosas voces del Teatro Mariinski de San Petersburgo. Los roles del rey y del médico árabe destacaron junto a las de la hija y las amigas de esta. Sojiev hizo que la tensión argumental no se perdiese en ningún momento. La Orquesta Nacional del Capitolio de Toulouse respondió precisa y delicada. Emotiva composición, con alguna que otra lágrima entre el público asistente. La semi-escenificación en esta versión en concierto fue de lo más apropiada.

Con la obertura a la ópera “Ruslán y Ludmíla”, de Mijaíl Ivánovich Glinka, la cuerda de la Orquesta del Capitolio de Toulouse demostró tener la suficiente coordinación y rapidez para no perderse ante el ritmo de Sojiev. Vertiginoso por momentos, contó para la evocadora “Rapsodia sobre un tema de Paganini” con el, a veces, rudo pianista Denis Matsuev. Matsuev recreó la partitura desde un punto de vista brillante pero obviando cualquier delicadeza. Para él el sonido fluye entre las teclas y sus manos, como el agua que fluye sin control. Las ocurrentes propinas incluyeron “La cajita de música” de Liádov, servida desde el piano. En las “Danzas”, Rajmáninov encontró en este maestro un notable interlocutor. Sojiev hará de esta orquesta una de las punteras. ¡Bravo!


Cambiando de escenario, el esplendoroso y cuidado Teatro Victoria Eugenia presentó el singular trabajo conjunto del equilibrado Coro de la Radio de Berlín con los experimentados solistas del Ballet de Kiel. Este particular concepto de espectáculo músico-teatral y coreográfico, en el que “gracias a la labor de los cantantes, los danzantes y la flauta se asumen bien las diferentes etapas de la alternancia intelectual y espiritual de la obra”, comenta su autor R. Schedrin. “El ángel lacrado” consiste en un grupo vocal que declama textos de contenido religioso, apoyados por un instrumento y las consiguientes coreografías. El fuerte contenido teatral de la obra queda definido por los bailarines, que realizan expresivas apariciones de marcado dramatismo. La composición resulta reiterativa en algunos pasajes, pero queda resuelta por la magnífica profesionalidad del coro, que permanece en la penumbra casi ausente de luz. Perfecto ensamblado de lo vocal con la danza.


El armonioso perfil al final de la Quincena Musical Donostiarra lo puso la orquesta que hiciera aún más grande el redescubridor de la música contemporánea Michael Gielen: me refiero a la SWR Sinfonieorchester de Baden-Baden y Freiburg. Para rendir tributo en un homenaje a Messiaen se planificaron los “Oiseaux exotiques“, “Couleurs de la cité céleste” y “L’ Ascension”.
Con dos inusuales composiciones mozartianas se inició el primero de los conciertos de la SWR y, en concreto, con sus “Adagio y fuga, KV546” y su “Concierto para piano y orquesta nº17, KV453”. Obras de menor calado y profundidad pero no menos brillantes. Recuerdo que un amigo y colega me comentaba que “Mozart era una obra maestra en sí mismo”. Cuanta razón tenía. Roger Muraro posee las cualidades óptimas para ser el pianista de Messiaen, aunque en Mozart estuvo correcto. La orquesta se “comía” la participación pianística. Los de Baden-Baden y Freiburg eclipsaron algunas intervenciones del Muraro mozartiano pero intensificaron las virtudes de Messiaen.
La fecha final a tanto y tan bueno la puso un Wagner menos triunfal pero de carácter romántico en el “Preludio del Acto Tercero y el Embrujo de Viernes Santo“, de “Parsifal”. Para seguirle, dos maravillas que irían en aumento una tras otra, los “Coulers” de Messiaen y el denso lenguaje de Bruckner y su “Séptima Sinfonía”.
La complejidad del lenguaje en Messiaen atrae cada vez a numerosos adeptos, pero Muraro resalta con naturalidad cada minúsculo detalle, que parece pincelado.
La magnitud de la música de Bruckner sirvió de colofón a este ciclo veraniego pasado por agua. Una “Séptima” digna de todos los elogios, con un bloque sonoro perfectamente ensamblado, desarrollo de temas magistralmente traducidos por Cambreling, sumados al apoteósico sonido de la orquesta alemana. La noción del tiempo se perdió en la sala.

Los elogios del público se hicieron notar. La música se vive en el País Vasco, principalmente en el festival que se ve bañado por las aguas del Cantábrico.